Cuando era adolescente no me gustaba nada la gramática. Me parecía tediosa y aburrida, como a muchos de mis alumnos. Luego me fui haciendo mayor y me di cuenta de que, al final, es lo más importante de todo, y eso es lo que intento demostrarles a todos mis alumnos. Desde que doy clases he visto que la gramática es como los cimientos de un edificio: cuando está bien aprendida y no se tienen dudas se puede avanzar y avanzar sin que el edificio se tambalee (se pueden hacer exámenes oficiales, vivir en el extranjero, trabajar con clientes que hablen en ese idioma, etc.). Pero cuando la base gramatical es floja, el edificio se tambalea. Es difícil expresarse bien o sentirse seguro cuando uno tiene dudas sobre los tiempos verbales, las preposiciones, los artículos, etc. Eso crea mucho malestar y la sensación de hablar fatal.
Por eso siempre dedico una parte de mis clases a repasar algo de gramática. Cuanto más nivel y más conocimientos tienen mis alumnos, menor es el tiempo que hemos de dedicarle. Lo malo es que, sobre todo los niños y los adolescentes, están asqueados de la gramática porque llevan años dando el mismo temario en el colegio sin haberlo entendido bien. Muchas veces me doy cuenta de que están muy confusos, llegan a dudar hasta entre lo que es presente y lo que es pasado, porque recuerdan más los nombres (present simple, past simple, present perfect), que lo que indica cada tiempo verbal.
Por eso creo que lo mejor es repasar la gramática desde el principio, asegurarnos de que no quedan dudas o lagunas e ir avanzando sin prisa, pero sin pausa. Así el gran edificio del aprendizaje no se tambaleará nunca.
¡Un saludo a todos!
