El minimalismo es un concepto arquitectónico y artístico de la escuela alemana Bauhaus de principios del siglo XX asumido también en el lenguaje e interés fotográfico. Partiendo de las dos grandes máximas del arquitecto Mies van der Rohe: “Menos es más... y Dios está en los detalles”.
Podemos recrear una foto minimalista cuidando al máximo la composición y siguiendo una o varias de las siguientes recomendaciones:
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Fondo y figura: Preferimos destacar la figura antes que el fondo. Hacemos de la figura la protagonista de la captura y para ello, cuidamos el fondo, perseguimos colores neutros, apuntamos hacia el monocolor. Cuidar el fondo implica eliminar de la escena todos aquellos elementos que puedan contribuir a aportar caos a la imagen. De no poder desplazar los elementos utilizamos números f muy bajos (f.4) para que el diafragma deje pasar más luz hacia el sensor y en consecuencia obtener una menor profundad de campo. Así difuminamos el fondo y le restamos información. Es decir, utilizamos la profundidad de campo para dirigir la vista hacia el elemento minimalista.
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La fotografía minimalista aunque se puede considerar sencilla emite un mensaje de impacto: Se explica por sí sola y te atrapa con la emoción.
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Como en la arquitectura podemos apoyarnos en los elementos geométricos del paisaje humano y natural.
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Nos acercamos lo suficiente al sujeto-objeto a fotografiar para destacar sus formas y texturas.
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Entrenamos nuestra visión para conseguir la fotografía deseada antes de capturar nos enfocamos en un elemento y nos atrevemos a practicar: Ensayo y error...Voilà!
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Recordemos: “Dios está en los detalles”. Mies van der Rohe.