Virginia Castro Martínez

Solo les voy a dejar aquí 100 motivos por los que yo creo que vale realmente la pena ser Docente:

Porque ves en tus alumnos sus ojos brillar de una manera sin igual.
Porque puedes cambiar el mundo, te lo digo así de grande, EL MUNDO.
Porque con tus acciones puedes darle una nueva oportunidad a esa persona, la oportunidad de hacer algo diferente con su futuro.
Porque descubres potencialidades de otros.
Porque puedes compartir una conversación que te impacta.
Porque puedes compartir una conversación que le impacte a él o ella.
Porque serás de las personas más importantes con las que se ha cruzado tu aprendiz a lo largo de la vida.
Porque aprendes a cada minuto, a cada segundo, a cada instante.
Porque trabajas con seres humanos.
Porque mueves sentimientos.
Porque cambias conductas.
Porque haces que tengan opiniones, que se las cuestionen y las renueven.
Porque les permites desarrollar actitudes.
Porque haces que muchos de tus alumnos supere sus miedos.
Porque puedes ayudar a crear la mejor versión de otra persona.
Porque consigues que crean que tienen alas y que vuelen.
Porque apoyas los sueños de la gente y creas caminos para llegar a ellos.
Porque a veces tocas tizas, papeles, lápices, libros físicos, pizarras y borradores.
Porque las vacaciones se disfrutan muchísimo y te recargan las pilas.
Porque mejoras la autoestima de otras personas.
Porque puedes ser el apoyo perfecto en el momento perfecto.
Porque enseñas límites.
Porque les haces traspasar límites.
Porque les enriqueces.
Porque te hace estar vivo.
Porque resuelves problemas, desafíos y retos cada día.
Porque te emocionas en medio de una aula sin saber por qué.
Porque aumenta tu creatividad sin cesar.
Porque pasan por tu vida personas realmente importantes.
Porque marcas la vida de algunas de ellas.
Porque todas ellas marcan tu vida.
Porque les enseñas a sumar valores humanos.
Porque haces posibles los imposibles.
Porque el día menos pensado, a mitad clase, te saltan las lágrimas.
Porque recibes más cariño que en cualquier profesión.
Porque cada vez que alguien juzga tu trabajo, te haces más fuerte.
Porque haces que la gente se ilusione.
Porque siempre te acabas sintiendo alumno.
Porque ves cambios impactantes en ellos y ellas.
Porque puedes ser el punto de inflexión en la vida de alguien.
Porque en tus clases pueden descubrir una de las pasiones de su vida.
Porque conectas al mundo con el aprendizaje, el desarrollo y la curiosidad.
Porque muestras que el potencial de aprendizaje no tiene límites.
Porque arrancas sonrisas.
Porque compartes carcajadas.
Porque tienes la oportunidad de fallar muchas veces y aprender otras tantas.
Porque puedes hacer locuras y disfrazarlas con tu profesión.
Porque a veces sientes mariposas en el estómago.
Porque conquistas.
Porque a veces incluso enamoras…
Porque necesitas actualizarte siempre.
Porque puedes practicar la escucha.
Porque a veces te escuchan con la boca abierta.
Porque haces “click” en su cabeza.
Porque haces que las personas vuelvan a creer en las personas.
Porque puedes continuar jugando sin dar explicaciones a nadie.
Porque cada día tiene un sentido.
Porque vale la pena llegar a tu aula, sea la que sea, una clase, una cancha de baloncesto, una pista de baile, la montaña o una playa.
Porque creas recursos de donde otros no serían capaces.
Porque eres capaz de reciclar lo que ya ha sido reciclado.
Porque cuando vas a dormir estás cansado.
Porque a veces hablas solo mientras preparas tu clase.
Porque si quieres puedes sumar amigos.
Porque les puedes tocar con tu humildad.
Porque puedes ser un ejemplo en el que mirarse.
Porque haces que la gente se pueda sentir querida.
Porque puedes preparar sorpresas.
Porque a veces te sorprenden con respuestas inesperadas.
Porque todavía puedes hacer una lluvia de ideas en un pedazo de papel.
Porque aunque creas que las palabras se las lleva el viento, no es así.
Porque puedes poner música con cualquier excusa.
Porque puedes formar parte de recuerdos de infancia, o de adolescencia o de la vida adulta.
Porque estarás entre las personas más importantes de su vida.
Porque puedes comprender lo incomprensible.
Porque puedes dar fuerzas incluso cuando tú no las tienes.
Porque puedes contar cuentos.
Porque puedes compartir ejemplos de tu vida y de la vida de otros.
Porque puedes utilizar bolis de colores en tu agenda.
Porque siempre tienes un as en la manga.
Porque puedes ver caras de sorpresa.
Porque puedes cambiar sus lágrimas en aprendizajes.
Porque consigues que aprendan a perder.
Porque puedes subirte encima de una silla o de una mesa.
Porque tienes la capacidad de hacerles aprender a reírse de ellos mismos.
Porque a veces te llaman profe, o maestra, o mister o yeee tú.
Porque sabes que siempre vivirás en la memoria a corto plazo y muchas otras en la memoria a largo plazo.
Porque puedes hacer tus deberes cada día.
Porque contagias, mueves, emocionas y motivas.
Porque en situaciones especiales se acordará de tus frases.
Porque puedes dar sin medida, sin límite.
Porque notas como tu pasión crece cuanto más la practicas.
Porque les haces pensar, pensar y pensar.
Porque cada gesto pequeño, se convertirá en un regalazo para ellos.
Porque enseñas a mirar más lejos.
Porque puedes hacer que se disfrute del aquí y el ahora.
Porque te encariñas de una manera inexplicable.
Porque siempre podrás compartir el valor de un pedazo de chocolate.
Porque puedes activar la valentía de cada ser humano.
Porque sabes que lo que aportas se quedará en su corazón.
Y porque sí, porque lo digo yo que lo he vivido..y es maravilloso...

Virginia Castro