Descartes VS Spinoza - Pequeñas pinceladas

En este trabajo tratare los principales puntos de convergencia, o similitud, pero principalmente de disipación entre los pensamientos de Descartes y Spinoza, autores en un principio tan, “aparentemente”, similares, en algunos aspectos, pero tan diferentes en otros tantos, por no decir que en la mayoría de su filosofía.

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Para comenzar, partamos del punto de que ambos reconocen la revolucionaria idea de que el ser humano, en su esencia, no es más que la lucha entre diversos tipos de pasiones. Pasiones más débiles o más fuertes, benignas o con el poder de perjudicar, pero, a fines, pasiones y que, el alma, con la sola disposición de su fuerza, o voluntad, a si misma adquirida mediante un entrenamiento de la esta, tiene el deber y/o poder de regularlas. De moderarlas, de algún modo, o controlarlas (dado que no para los dos filósofos posee la misma función) para lograr de, ese modo, el autocontrol, el autodominio que, como podemos observar en el transcurso y recorrido de la historia y de la historia de la filosofía, más concretamente, es la “piedra angular” del pensamiento y cultura, de, mejor dicho, la paideia de la mayoría de filósofos, o por otro lado para poder llegar a alcanzar el “prototipo” de hombre “bueno”, “justo”.

Spinoza plantea que Descartes, aunque logra desvelar e “hilar” muy fina y correctamente muchos enunciados, “postulados” (por así nombrarlos) factibles, se equivoca en otros tantos; de ahí que el diálogo, posterior e irreal, en tanto que es surgido entre la comparación de los textos de ambos autores, refleje las divergencias, del pensamiento de los mismos, más que los escasos puntos en los que parecen estar de acuerdo.

Vista la principal unión de ambos pensadores, a saber: la convicción de que el hombre se compone en su esencia de pasiones, vallamos, pues, a los que podríamos señalar como los puntos, ya no solamente más claros, de diferencia y confrontación de ambos autores, sino también aquellos en los que su pensamiento adquiere su punto más álgido.
Hablemos, pues de lo que atañe a la ontología, hablemos sobre aquello que compete al qué hay más allá, de su antropología y la ética de ambos autores, empezando por un rápido y sintetizado recorrido, a de estos tres puntos, desde la filosofía de Descartes.

En lo referente a la existencia o no existencia de Dios, Descartes se posiciona del lado de un Dios existente.

Para probar su existencia se ciñe a una serie de premisas con las cuales viene a concluir que Dios es un ser perfecto en tanto a su condición de omnipotente, omnisciente, etc. y que las propiedades que le atribuimos a las cosas son ciertamente de éstas.
Al ser el existir la perfección de la idea de una cosa, el ser por necesidad es la perfección de la perfección de la idea, la perfección del mero existir, y dado que Dios es un ser perfecto y en Él se comprenden la idea de la existencia perfecta, necesaria, y eterna, Dios existe. Estas premisas las podemos encontrar en las “Meditaciones Metafísicas”. “[…] En la idea de Dios está comprendida su existencia del mismo modo que en la idea del triángulo está el que la suma de los tres ángulos internos sea igual a dos rectos […]”1 por ello, y por lo anteriormente citado, desde el momento en que pensamos que Dios existe, en esa idea de su existencia se encuentra, intrínsecamente, el hecho de su existir.

El Dios de Descartes es un Dios que interviene, en su creación, pero que además de intervenir, al igual que el alma, no se ofrece a la imaginación del hombre, pero si a su pensamiento.
Lo curioso, es que aunque, Descartes, acepta la existencia de Dios, no obstante, seculariza mucho su pensamiento, su idea de libertad del ser, del libre albedrio, lo cual, el tener libre albedrio, ya podría suponer un atentado contra Dios en tanto que afirmarías que actuamos por libertad y no por su designio. Para Descartes, y me permito introducir en este momento un extracto de mi propia conclusión: “el grado más alto de libertad se opone a cualquier tipo de automatismo racional. Para él, para poder llegar a dicho grado debemos: 1º Apostar por la explicación mecanicista, el cuerpo. (Descartes da al cuerpo un papel no tan castigado y tachado como hasta entonces se ha hecho) 2º La afirmación de la subjetividad racional del hombre. Descartes llega a esto a través de “Una odisea interiorizada”, a través de la introspección. Pone a funcionar la idea de San Agustín, conocida como giro expresivista, de que, sólo al profundizar en nosotros mismos podemos llegar a acercarnos a Dios. Mas, Descartes, quita el significado religioso y su “Odisea” introspectiva sirve para a través del conocer el yo, conocernos a nosotros mismos, para llegar a un punto de certeza firme, que no es otro que el cogito ergo sum, que a su vez no es más que la subjetivación racional.”

Con esto, Descartes, inicia lo que podría ser entendido como una forma de secularizar los sentidos, como una manera de alejarlos del espíritu.
Vemos como Descartes, aunque acepta la existencia de Dios, no se detiene mucho en el tema, ya que seguramente su aceptación pudo haber sido causada, en gran medida, por la época,o mejor dicho por los temores y censuras que comprendían la realidad existencial en que Descartes vivió, dado que se limita a hacer de algún modo factible la existencia del Ser supremo, y una vez, a su manera, probada, no vuelve a entrar en ella.
Ahora bien, ya que ha salido a colación, cabe destacar el contexto de la época.

El siglo XV estuvo caracterizado por ser un periodo muy humanista en tanto que se concibió posicionar al hombre en el centro del estudio.
Se sucede en este “entorno” el antes mentado giro expresivista basado en la narrativa, como fuente de conocimiento, pero de un conocimiento del yo.
Es lo que S. Agustín introdujo con su modelo de introspección.
Como hemos podido observar, Descartes no queda fuera de este modelo de posicionamiento del ser y la sociedad en el centro del estudio, y pone al cuerpo, como antes hemos mentado, en el centro del mismo estudio. El cuerpo ya no está condenado, simplemente, es tomado, con un tono mecanicista. Es una máquina, pero no un simple objeto. Es el objeto de estudio por excelencia, y por ello, como no puede ser de otra manera, debe ser estudiado.

Sobre este estudio, el de la máquina por excelencia, Descartes nos habla en su obra “Las pasiones del alma” en el cual analiza al cuerpo como esa máquina en la cual la antropología dualista de cuerpo y alma, tan latente en la historia del pensamiento, y que ha llegado a nuestros tiempos, desde Platón, “cobra vida”. Descartes nos habla de la res cogitans (lo referente al alma, a lo inmaterial) y la res extensa el cuerpo, “la máquina”. Descartes, aunque mantiene la tradición dualista platónica, la radicaliza, la lleva a un punto más allá. Para él el alma, al igual que para Paltón, debe controlar al cuerpo y a sus pasiones y a partir de este enunciado comenzará a edificar su ética y antropología, sin dejar atrás su ontología.

La fuerza del alma, adquirida con el trabajo sobre y de la misma, es la que debe controlar las pasiones. “No hay alma tan débil que no pueda, estando bien guiada, adquirir un poder absoluto sobre sus pasiones”2.
Llegados a este punto podemos, fácilmente, deducir que para Descartes el ser es, en su esencia, pasiones. Pasiones que luchan entre ellas y que, por lo tanto, dependiendo de qué pasión someta a la otra actuaremos de una manera u otra y dependiendo de la fortaleza de nuestra alma, para controlar las pasiones, controlaremos o no nuestro cuerpo, seremos o no, yendo al mito de Platón, “aurigas capaces de controlar nuestros corceles”, o por el contrario nuestras pasiones tiraran de nosotros cual caballo negro.
Por ello podemos deducir que sigue manteniendo, Descartes, el modelo antropológico dualista en el cual impera la dominación de una de las partes sobre la otra.

Todo este sistema de dominación funciona gracias a lo que Descartes llamó “espíritus virtuales”.
Los espíritus virtuales trasladan las pasiones y las impresiones, las llevan del alma a los órganos y miembros del cuerpo y viceversa. Estos espíritus viajan a través de unos canales, que se encuentran bajo la glándula en la que el alma ejerce su función de manera más directa, la glándula pineal, y el movimiento de la misma manda a estos espíritus por el cuerpo creando, o dominando distintas pasiones dependiendo de los distintos movimientos de la glándula.
Del mismo modo, el movimiento de los espíritus, causados por las impresiones y por las pasiones del cuerpo, también puede mover la glándula, haciendo que ésta proyecte cierta imagen al alma provocando, dependiendo de la imagen, una pasión u otra. Es por ello que Descartes defiende que “alma y cuerpo actúan la una contra el otro”3
En el caso de que el alma no pudiera someter a sus pasiones, es la voluntad, un ente que no sabemos bien de donde procede, pero que sabes está guiada por la razón, quien, regida por la misma, determinará que pasión someter. Debemos recordar que para Descartes estamos en un continuo combate entre pasiones, algunas más débiles, otras más fuertes, y dependiendo de qué pasión sea más o menos fuerte en un determinado momento, y de la fuerza de nuestra alma y voluntad, actuaremos de una, manera u otra v. gr.4
Ante la pasión del miedo podemos fortalecer la pasión de la valentía. Establece Descartes, al introducir la figura de la voluntad guiada por la razón, el principio que es guía de toda su ética, y que ya ha estado presente en la filosofía desde casi los principios de la misma, y que tuvo su mayor defensor en la figura de Aristóteles, la prhonesis, la prudencia. Este estado de prudencia se basa en actuar guiados por una moral provisional para aquellos momentos en que no podemos establecer una diferencia entre lo bueno y lo malo, distinción de la cual se sirve la razón para guiar a la voluntad en lo referido a que pasión someter. Dicha moral se erige sobre tres pilares básicos.

1º Respetar las leyes y religiones del país en el cual nos encontremos

2º Ser y actuar con firmeza. Nunca arrepentirnos de lo hecho. Una vez decidido algo sostenerlo hasta el fin

3º Procurar superarnos, siempre, a nosotros mismos. Ser conscientes, pues de nuestros límites, entendiendo que es más fácil cambiar nosotros nuestra forma de actuar de ser y/o pensar, que cambiar el mundo.

Podemos encontrar “estelas” del pensamiento cartesiano en influencias del racionalismo, de la misma corriente, que se encuentran en varios pensadores que elaboraron algún sistema propio, como Spinoza,Leibniz, Kant, etcétera, así como en gran parte del idealismo posterior que culmina en Hegel, en el empirismo de Locke, etc.

Tras este breve recorrido por la ontología, la ética y la antropología cartesiana, que como podemos ver supone una línea de continuidad que va desde Plantón hasta Descartes, nos topamos con un figura cuyo principal efecto es el de “romper el molde”.

Spinoza se constituye a sí mismo como un filósofo naturalista y monista, lo cual va a condicionar completamente, de los pies a la cabeza, toda su filosofía, especialmente su ontología, antropología y ética.
Spinoza rechaza la, hasta ahora muy bien acogida, concepción dualista de alma- cuerpo. Para él, cuerpo y alma se unen, son la misma cosa, en tanto que el ser humano no es más que naturaleza, en tanto que se entiende el Ser como ser natural.
Este nuevo modelo de moral, modelo cognitivista, no va a ser visto con buenos ojos hasta la llegada de los llamados “Maestros de la sospecha”, a saber, K.Marx, S. Freud y F. Nietzsche.
El hecho de que para Spinoza seamos moralmente seres monistas ya elimina, no sólo la épica batalla de cuerpo vs alma, sino que también elimina cualquier tipo de batalla y por lo tanto se destierra, de la filosofía spinociana, cualquier tipo de autodominio.

Aunque, Spinoza, al igual que Descartes reconoce que somos pasiones que se superponen las unas a las otras, para él el alma no tiene una función opresora o dominante.
Alma y cuerpo son la misma cosa y al igual que sin el alma el cuerpo no es nada, el cuerpo no depende en sí de ella para actuar, porque “El cuerpo puede hacer cosas que sorprenden a su misma alma”5, en tanto que cuando el alma está sumida en el más profundo estado de inactividad, sueño, el cuerpo puede ejercitar, independientemente del conocimiento y autorización del alma de dicho ejercicio, movimientos tales como el caminar, o hablar6.
Como antes he mencionado, Spinoza, proponen un nuevo modelo monista que, a su vez, implica un nuevo modelo de ética, debido a que niega cualquier tipo de subsunción o dominación en el ser, y más concretamente en el tema de las pasiones; del alma y el cuerpo, que no pueden sobreponerse la una sobre el otro en la medida de que “cuerpo y alma son una sola y misma cosa”7.
El nuevo modelo de ética, que Spinoza propone, se basa en el concepto del conatus, la fuerza de obrar, la potencia. Para Spinoza, el funcionamiento de las pasiones es muy diferente de cómo lo vimos en Descartes, el cual concebía que habían pasiones positivas, dadas por el alma y que nos ayudan a sobrevivir y vivir bien, y pasiones negativas que nos pueden llevar a situaciones de riesgo en las cuales podemos poner en peligro nuestra vida o ser seres en una dimensión de esclavitud y servidumbre.

Para Spinoza hay también dos tipos de pasiones, pero estas lo que hacen se puede comprender en, por un lado, las buenas pasiones, que fortalecen dicha potencia de obrar, acrecentándola para así poder llegar al grado máximo de libertad, que es el conocer lo que se es y reconocernos dentro de la gran inmensidad que es en sí la Naturaleza y la pasión por la cual se miden las buenas pasiones, que es la alegría. Se concibe por lo tanto que las pasiones, en Spinoza, al contrario que en Descartes, no son malas, porque por ellas llegamos a alcanzar el mayor grado de libertad, pero sí es cierto que, por otro lado, hay algunas pasiones que bajan la potencialidad de obrar, y estas son las que Spinoza cataloga como malas pasiones, la tristeza, el odio, la ira, etc.
Como podemos comprobar existe una dualidad perfecta entre las pasiones. Alegría- Tristeza, Amor- Odio, etc. Se trata, pues, en Spinoza de auto conocernos, de situarnos en la naturaleza, llegando así al conocimiento de nuestras pasiones, porque eso somos, pasiones, y no podremos conocernos a nosotros y a nuestra naturaleza si negamos dicho hecho. No tenemos que dominar y controlar una parte de nosotros. Debemos conocerlas ambas.

Porque podemos conocer, debemos conocer, pero siempre reconociendo que en nuestro conocer debemos diferenciar las imágenes erróneas de las que no lo son. Y esto es, en sí misma, una dura crítica que, Spinoza, lanza a la imaginación, pues nos da una imagen falsa de la realidad, y sólo a través de nuestra realidad podemos llegar a conocer y comprender nuestro lugar en la naturaleza y alcanzar así lo que para Spinoza es el mayor grado de libertad, que es conocernos a nosotros mismos. Por ello la ética spinociana ya no va a centrarse en explicar cómo poder ser virtuosos, como hace Descartes, sino que intentará dar explicación al cómo interactuar con las pasiones, pudiendo el alma, cumplir su única función sobre ellas, moderarlas.

De la filosofía de Spinoza, encontramos estelas de su pensamiento que, como antes hemos dicho, nos llevan a los maestros de la sospecha.
Freud aplica y explica la teoría de la confrontación de las pasiones de Spinoza, aplicando su famosa fórmula triangular entre el “ello”, el “yo” y el “súper yo” Para Sigmund Freud es el “yo” quien resolvería los conflictos entre el deseo y la ley. Ambos filósofos conciben, también, al ser humano como naturaleza y que el hombre se mueve por sus deseos.

A modo conclusivo, podemos ver como los pensamientos de ambos filósofos, aunque semejantes, en tanto que se podría decir que el de Spinoza surge del de Descartes y por ello comparten similitudes, son pensamientos que se alejan mutuamente conforme se van desarrollando, y son, pensamientos, gracias a los cuales se pudieron realizar, partiendo de ellos, enunciados, postulado, Theorias, fuertemente arraigadas a lo que hoy por hoy somos. Podemos, pues concluir con la certeza de que ningún pensar es un pensar en balde, en tanto de que si alguien se ha tomado la molestia, el trabajo, de pensarlo, ya es importante en la medida de que de una forma u otra quien lo pensó se ha objetivado en su pensamiento, forma parte el segundo del primero y el primero no podría ser él por el segundo y por eso, sólo por eso, ya, aunque no lo compartamos, debemos tomarlo como importante.

Bibliografía

1 Echegoyen, J. & Blanco, I. (2002). Torredebabel.com. Recuperado el día 04 de diciembre de 2013.

2 Descartes, René: Las pasiones del alma.Madrid, Tecnos, 2006, Artículo L, p. 127

3 Descartes, René: Las pasiones del alma, Madrid, Tecnos, 2006, Artículo XXXIV, p. 107

4 v.gr. del latin verbi gratia cuyo significado se entiendo por “ejemplo/ por ejemplo”

5 Spinoza, Brauch, Ética demostrada según el orden geométrico,N2KT, 1984

6 Se refiere al ejemplo del sonámbulo, el cual aparece en la parte tercera del libro de la ética de Sipona. Spinoza, Brauch, Ética demostrada según el orden geométrico, N2KT, 1984, Tercera parte, Del origen y naturaleza de los afectos

7. Spinoza, Brauch, Ética demostrada según el orden geométrico,N2KT, 1984

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