La voz humana posee profundas y complejas cualidades que entran en acción mediante numerosos mecanismos anatómicos y psicomotrices. En este post profundizaremos el arte de la interpretación.
Es posible que la Música existiera en las sociedades humanas mucho antes que el lenguaje verbal. Si lo analizamos desde una perspectiva instrumental, la música trasciende las barreras concretas que plantean las palabras. Cuántas veces nos ha emocionado una melodía, y nos ha acompañado en momentos íntimos, o alegrado en situaciones festivas y grupales. Usamos la música para acompañar escenas en películas, obras de teatro, eventos masivos, y siempre es una herramienta que está a disposición para lograr, como sólo ella puede, ilustrar aquello que escapa las palabras, imágenes, etc. La música sucede de manera intangible, y es también intangible aquello que conmueve.
De cualquier manera, este poder de la Música no queda estrictamente condicionado ni limitado por su contenido lingüístico; es decir, aún sin entender las palabras interpretadas, o entendiéndolas, es posible conmover y ser conmovido mediante la musica de manera contundente, y esto ha sido y será así en el tiempo, ya que la música no es otra cosa que una expresión profunda del acontecer humano. La música es poderosa gracias a que por su capacidad metafísica podemos verter en ella todas esas emociones y experiencias que pertenecen al espíritu y que residen sólo en ese ámbito.
Pienso que es importante vivir de manera profunda. Aquello que reside en la superficie puede ser articulado sólo de manera superficial. De la misma forma solo aquello que pertenece a las profundidades del ser puede ser accesible mediante la entrega absoluta a la emoción con compromiso al hecho artístico y a la existencia. Sin dudas sostengo que esto forma parte del camino del intérprete. Ya sea que interpretamos piezas propias, o ajenas, es de vital importancia desarrollar empatía. No sólo con fines artísticos, sino por el principio de coherencia que existe en la verdad fundamental de todos los fenómenos y la indivisibilidad del sujeto y su medio ambiente. Resulta imposible separar al humano de su acontecer, y de su contexto. Es decir, necesitamos desarrollar sensibilidad para poder encarnar la experiencia humana que amerita la labor de la interpretación
Abordaremos por un momento un enfoque antropológico basándonos en el autor Simón Frith y su estudio postulado en el libro “Ritos de la interpretación. Sobre el valor de la música popular” para distinguir tres formas de clasificación de la Música, que son: El discurso de la música artística centrado en la formación académica. el discurso folklórico que valora el arte por s u función social en la vida cotidiana el discurso pop, que tiene como ejes principales la industria cult ural y el entretenimiento.
En este Marco analizaremos los géneros musicales como principios que organizan los procesos de venta, ejecución, y de escucha, que también nos traerán información importante para situar el rol de la interpretación. Estos criterios de clasificación pueden resultar interesantes al momento de orientar el foco en aquello que interpretaremos en relación a su función en la sociedad. Resulta fundamental comprender fenómenos culturales, sociales e históricos al momento de abordar la interpretación, trazando una línea íntima e indisoluble entre estos factores y eso que se interpreta, ya que la música se relaciona necesariamente con aquello que hemos aprendido.
La interpretación en la música no sucede únicamente como un acto o un proceso ejecutivo, sino también en la escucha. Interpretamos al oír tanto como al ejecutar. Interpretamos al bailar, al reflexionar. Esto conlleva considerar la música no como el reflejo de algo que se encuentra por fuera de ella, sino como productora de lo social y como creadora de subjetividades, experiencias y modos particulares de estar en el mundo. Las experiencias musicales resultan fundamentales en la construcción de identidad, dado que nos ofrecen un lugar dentro de una narración cultural, social, geográfica, sensorial y narrativa.
La relación con la música también recrea nuestra experiencia del tiempo: “la música modela la memoria, define la nostalgia, programa la manera en que envejecemos (de cambiar y seguir siendo los mismos)“. “La música es especialmente importante para el sentido que tenemos de nosotros mismos a causa de su intensidad emocional única: incorporamos canciones en nuestras propias vidas y ritmos en nuestros propios cuerpos (…) La música nos proporciona un intenso sentido subjetivo del ser social (…) Articula y ofrece a la vez una experiencia inmediata de identidad colectiva (2014:471).“
Propongo que al interpretar una pieza, ya sea una canción, un repertorio completo, o una obra propia, entablemos un diálogo con nuestro ser. En este diálogo nos preguntaremos: ¿Quién narra/vive esta historia? ¿Quién es el interlocutor? ¿Cuándo transcurre? ¿dónde transcurre? ¿La cuento yo o la cuenta otra persona? Si soy yo quien la cuenta, ¿es desde mi presente? ¿Me la están contando a mí? ¿Con qué emociones me conecta esta historia? ¿Qué emociones quiero transmitir? ¿En qué período fue escrita, qué pasaba en ese lugar? ¿Cuánto sé de quién le escribió? ¿Me interpela? ¿Por qué? ¿En qué idioma fue escrita? ¿Qué me pasa a mí con ese idioma? ¿Estoy cómoda con el ritmo y la melodía con que fue compuesta? ¿Necesito modificar la tonalidad? ¿Por qué?. A medida que vayamos encontrando estas respuestas, encontraremos en ellas también información sobre cómo llevar las mismas a nuestro cuerpo, y cómo traducirla en emociones, en voz, en interpretación.
Existen ejercicios lúdicos y prácticos que nos pueden traer herramientas concretas para encarnar personajes desde recursos tímbricos, como por ejemplo probar cantar la pieza únicamente pronunciando las vocales de la misma. Otra forma de jugar la obra puede ser probar “narrar” o “rapear” el texto. Hablarlo, masticarlo, charlarlo. Cambiarle el sentido literal del mensaje que conocemos al sentido que queramos darle, imaginando que la historia que cuenta es otra. Probar que pasa si cambiamos las respuestas que fuimos encontrando en las preguntas que hicimos, y cómo hacer entonces que también cambie la manera de interpretar. Por supuesto, cuando se trate de obras que ya han sido interpretadas a lo largo de la historia, resultará de vital importancia escuchar todas las versiones que podamos, para aprender de aquellas o aquellos intérpretes. El poder de la escucha es ilimitado, y también lo es aquello que podemos aprender en tanto agudicemos nuestra capacidad de escuchar.
Por último, pienso que es importante cuestionarnos e intentar comprender en profundidad que existe un porcentaje de aquello que estamos haciendo al participar de gestos artísticos que nos trasciende. Debemos reflexionar acerca de la responsabilidad que conlleva el hecho artístico como espacio habilitante de creación y de posibilidad para un otrx
