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¿Ser profesor/a implica algo más que dar una clase?

A medida que fui creciendo y alcanzando otros cursos, me di cuenta de que ser profesor/a no es llegar a la clase, impartir la lección e irse a casa. Primeramente, me surgió la duda porque si un trabajador debía hacer 40 horas semanales, ¿cómo las cumplían si solo impartían unas pocas clases?

Cuando empecé como profesora hace unos años, yo no tenía mucha idea de cómo hacerlo. Claro está, para eso están los inicios. Pronto me di cuenta que necesitaba tener una organización, un planning. No podía presentarme en la clase e improvisar. Poco a poco, empecé a ser cada vez más organizada, a apuntarme lo que necesitaba cada alumno.

A día de hoy, siempre se me verá con mi agenda con los detalles de la clase: qué hemos hecho, qué necesitamos para la próxima clase, qué deberes les mando. Y en cuanto a mi ordenador, mi herramienta fundamental, con una carpeta para cada alumno, más subarpetas, más documentos, etc.

Todo esto se convierte en algo que yo nunca había imaginado: horas y horas de trabajo.

Se tiende a pensar que un/a profesor/a imparte la clase y ya está. ¿Qué os parece si os digo que invierto más tiempo preparando la clase que en la clase en sí? No es broma, ni una exageración, es verdad.

Sí, es un trabajo costoso, pero para ser un buen profesor, hay que trabajar mucho.

En el caso de mis clases, siempre intento hacer diversas actividades, por lo que tengo que buscar muchos recursos, y en numerosas ocasiones, crearlos yo. ¿Sabéis cómo se prepara un listening? ¿Un reading? Y además de eso, adecuarlo al nivel de cada alumno.

No obstante, hay un punto más que es esencial para impartir clases: el factor humano. Puedes preparar mil actividades o juegos, pero si no conectas con el alumno, no sirven de nada. Prepararse personalmente para cada alumno es la tarea más complicada, porque tienes que dejar de lado rasgos de tu personalidad, y eso es muy complicado.

En estos últimos años me he dado cuenta de que lo que necesitan los alumnos es empatía, no sentirse rechazados o criticados. Puede parecer sencillo, pero no lo es. Pongamos un caso práctico. Alguna vez he tenido un/a alumno/a que, pese a repetir y repetir una lección, con diversas actividades, juegos, métodos, no hay manera de que la aprendan. Esto puede ser desesperante y también desalentador, y es una realidad. Y si no lo parece, os pondré otro ejemplo más práctico aún. Quiero aprender a hacer tortilla de patata. Lo repito hasta en cinco ocasiones, y nunca me sale. ¿Qué pasará al final? Que desistiré, porque estoy perdiendo tiempo, dinero (en los ingredientes) y motivación. ¿Ahora se ve la similitud? (Aunque no tenga que ver aquí). Pues la diferencia está en que como profesor/a no puedes desistir, no puedes dejar a ese/a alumno/a. Ya hay que tener fuerza de voluntad para seguir intentándolo. Y os aseguro que si lo intenta, es por el/la profesor/a.

Al final todos somos humanos, y casi siempre necesitamos la validación de otras personas. No estamos acostumbrados a dar elogios, y eso hay que aprenderlo. Y la paciencia. Y la perseverancia. Y la confianza, especialmente la confianza.

Para ser profesor/a hay que tener vocación, es una de las profesiones más importantes ya que influye en la educación, y ésta es esencial para la vida.

No, ser profesor/a no es dar la clase e irte a casa. Ser profesor/a es invertir tu tiempo y tus ganas en esa persona que está confiando en ti para conseguir su objetivo.

Valora a un/a profesor/a, seguramente ahora mismo está trabajando para ser el/la mejor.

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