Conocí a la profesora Suheir en 2019, durante mi año preparatorio en la escuela secundaria, cuando comencé a estudiar árabe. En ese momento, me costaba formar siquiera una sola frase. Pero bajo su guía, avancé desde cero hasta alcanzar un nivel B2 en solo un año. Con ella, no solo empecé a aprender el idioma—ella transmitía la cultura con una claridad y profundidad excepcionales.
Al principio, el árabe me parecía intimidante: complejo, lejano, casi inalcanzable. Sin embargo, con la profesora Suheir, cada clase se convirtió en una travesía de descubrimiento. Lo que aprendíamos nunca se quedaba en la teoría—lo aplicábamos, lo reforzábamos y crecíamos con ello. Su método no se basaba en memorizar, sino en vivir el idioma, practicarlo e interiorizarlo de verdad.
Gracias a su voz, su paciencia y su presencia reflexiva, el árabe dejó de ser solo una asignatura—se convirtió en una pasión. A través de ella, comprendí que el lenguaje no es solo gramática; es cultura, emoción y una forma d
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