Amia Gutiérrez Domingo

Llevo la profesión en la sangre (mis padres, mis abuelas y hasta una bisabuela se han dedicado a la docencia); me encanta y llevo enseñando más de 25 años. Para mí es algo absolutamente vocacional y es un enorme placer ver la cara de ilusión de un alumno cuando descubre cómo se hace algo y entiende que ha superado esa barrera.

Mi especialidad son las Letras , pero puedo dar Matemáticas hasta un nivel de 3º ESO incluido.

Hasta marzo de 2020 mis clases eran siempre presenciales, pero, como todos, tuve que adaptarme al mundo online con el confinamiento. Y debo decir... ¡que todo ha ido fenomenal! Sigo conectando perfectamente con mis alumnos y consigo ponerme en su lugar para poder explicar del mejor modo lo que se les atraviesa. Además, generalmente, todos mis alumnos dicen que la alegría y la empatía son dos de las características más reseñables de mis clases.

Siento que mi profesión es un verdadero lujo: es humana, creativa (no se puede explicar del mismo modo las cosas a cada alumno), enriquecedora (yo enseño a mis alumnos, pero ellos a mí también, y no es un tópico, aunque lo parezca),... Además, no se trata solo de enseñar las materias, sino de enseñarles a pensar un poquito y que se planteen el mundo en el que vivimos. Nos hace falta un poco de espíritu crítico.

La alegría que ven mis chicos en las clases es la que me producen ellos mismos y mi trabajo. ¡Y espero que siga siendo así durante otros muchos años!