Darío fue mi profesor de guitarra hace poco más de diez años (cuando yo tenía 15 años).
Con tanto entusiasmo como esfuerzo, llegaba en moto a mi casa, habiendo recorrido unos cuántos kilómetros -y jamás, que yo recuerde, me canceló una sola sesión, ni aún lloviendo-.
Si tuviera que describirlo como profesor, usaría estas palabras: paciente, amable y sabio. Todo lo que sé de guitarra, es gracias a él. Y no por no haberme cultivado a mí mismo en todos estos años, sino porque la pedagogía de Darío es tan destacada, que su enseñanza cala hondo y echa raices para siempre. Darío te lleva desde el desconocimiento absoluto, hasta el dominio sereno.
Algo que valoraré por siempre, fue cómo se adaptó a mis gustos e intereses y fue aún más allá, compartiendo conmigo su vasta cultura musical y permitiéndome descubrir otros mundos dentro de la música.
Si tuviera que sugerirle un profesor de guitarra a alguien, sin dudas que lo recomiendo a él, y lo seguiré haciendo toda la vida.
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