Carlota López Añón

Para empezar me gusta utilizar el tiempo que sea necesario para conocer con exactitud las capacidades del alumno al que voy a dar clase. Una vez hecho eso ya comienzo a organizarme las clases. Esto me facilita el adaptarme bien a las necesidades del alumno para no aburrirlo o no cansarlo.

Mis clases por lo general intentan ser dinámicas, dependiendo del tiempo del que dispongamos. Me gusta hacer actividades más interactivas e interesantes que entretengan al alumno pero que a su vez le hagan absorber conocimientos con mayor facilidad: lecturas, o dictados para clases de lenguas, historia o para alumnos con dificultades ortográficas; el uso de música para tareas como el dibujo que no requieren de una concentración excepcional y ayudan al alumno a relajarse; actividades y juegos que ayuden a pasar el tiempo más rápido para el niño, etc.

Tras las ya mencionadas actividades habrá una pequeña fase de autoevaluación en la que el alumno deberá vocalizar si cree o no haber absorbido los conocimientos que he impartido. Yo misma guiaré al alumno en esta fase las primeras veces, ya que para ellos muchas veces no es fácil admitir defectos o fallos, pero con este acercamiento a la filosofía docente espero hacer de ellos personas más sinceras y que puedan detectar ellos mismos sus cualidades y sus defectos.

Es muy importante en estos casos que el alumno se sienta bien y realizado en el entorno de aprendizaje, así que, si no se desvía demasiado del método aquí expuesto, estaré dispuesta a modificar la línea de trabajo a petición del alumno y/o de los padres