Diego Molina Jiménez

Tocar un instrumento tiene una multitud de beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente. Al igual que escuchar música tiene el poder de hacer que podamos tener sensaciones ya sea de alegría o tristeza, al interpretar cualquier canción u obra musical, independientemente del nivel de la misma, todo esto se multiplica.

Aprender música y concretamente el piano o la trompeta (las dos especialidades de las que dispongo titulación oficial), aporta una infinidad de cambios positivos dentro de nosotros y, por lo tanto, esto se ve reflejado en nuestro día a día y en como afrontamos cualquier problema. Hay estudios que explican que aprender a hacer música mejora la inteligencia, la salud, el estado de ánimo, el lenguaje, la sociabilidad, el autoestima, se desarrolla la parte emocional y un sinfín de beneficios que solo hace que seamos más felices y nos sintamos mucho mejor con nosotros mismos, esto ocurre en cualquier persona y de cualquier edad y se puede conseguir si se tiene un profesor que sepa guiar al alumno/a para que no llegue a sentirse frustrado en el proceso de aprendizaje.

Bajo mi experiencia como profesor me he encontrado con alumnos/as que al empezar en este mundo de la música se sentían incapaces de concentrarse o dominar la técnica del instrumento o la teoría musical, y por lo tanto avanzar, por eso siempre en mis clases busco que mediante explicaciones técnicas y específicas todo sea más fácil de dominar, de este modo, mis alumnos disfrutan aprendiendo música desde la primera clase y siempre buscando su propio beneficio.

Para mí enseñar musica es algo vocacional. Es muy satisfactorio ver mejorar semana a semana ha cada uno de mis alumnos/as, no podría explicarlo solo con palabras.