Cuando comencé a dar clases particulares, me recorría en bici mi pueblo, Alcázar de San Juan (Ciudad Real) de casa en casa, dando clases de inglés, francés y castellano a alumnos de primaria y secundaria. Después conseguí trabajo en academias de idiomas y amplié mi alumnado: niños, adolescentes, adultos; para refuerzo de inglés, certificaciones o incluso para reforzar la comprensión oral.
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Cuando comencé a dar clases particulares, me recorría en bici mi pueblo, Alcázar de San Juan (Ciudad Real) de casa en casa, dando clases de inglés, francés y castellano a alumnos de primaria y secundaria. Después conseguí trabajo en academias de idiomas y amplié mi alumnado: niños, adolescentes, adultos; para refuerzo de inglés, certificaciones o incluso para reforzar la comprensión oral.
Con los años, he conseguido adaptar mis clases a las necesidades del alumnado; para qué se necesita el idioma, desde dónde podemos empezar, qué te motiva a hablarlo y usarlo.
¿La música te motiva? Pues se puede usar en las clases; ¿la literatura? Pues se puede usar también. ¿Que quieres leerte los artículos de The Economist? Pues vamos a ello...
La experiencia como traductora, estudiante de idiomas y expatriada me ha hecho darme cuenta del inmenso abanico de posibilidades que hay para expresarse en una misma lengua, de que no hay mal alumno, sino método mal aplicado y lo que nos funciona a unos, no nos funciona a otros. Por eso es tan importante fijar un objetivo, ver dónde se quiere llegar con la práctica del idioma, ver en qué punto estamos y valorar nuestro esfuerzo. Pocas cosas más agradecidas que aprender a expresarte en un idioma, ¡comprender y que te comprendan!
Un idioma no debe ser materia de estudio, sino herramienta para construir puentes y así es como hay que entrenarla, todo el mundo tiene capacidad para comunicarse, solo hay que dar en el "chisquero" (como se dice en mi tierra).
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