Mi nombre es Felipe y soy profesor particular de Matemáticas. Desde hace seis años, me he dedicado a impartir clases presenciales en persona, enfocadas principalmente en alumnos de primaria.
Comencé dando clases a mis vecinos y amigos cercanos, pero poco a poco mi reputación fue creciendo y comencé a recibir solicitudes de otros padres que buscaban a alguien que pudiera ayudar a sus hijos en esta asignatura tan temida por muchos.
Recuerdo una vez que me llamaron para dar clases a un niño llamado Marcos. Era un niño enérgico y curioso, pero se frustraba fácilmente cuando no lograba entender un problema matemático. Su madre me pidió que le ayudara a recuperar la confianza en sí mismo y en sus habilidades matemáticas.
Durante nuestras primeras clases, me enfoqué en conocer a Marcos y entender cuáles eran sus dificultades específicas. Descubrí que se sentía abrumado por la cantidad de ejercicios que tenía que resolver y por la presión que sentía al compararse con sus compañeros de clase.
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