Iker Larrazabal Jiménez

Mis clases de matemáticas no se centran en memorizar fórmulas aburridas; son un laboratorio de desafíos donde cada número es una pista para resolver un misterio del mundo real. Recuerdo la frustración de mi propia infancia al ver operaciones sin contexto, así que conmigo, siempre empezamos por el "por qué". Utilizamos el juego y los proyectos tangibles (como planear el presupuesto de una excursión o construir algo) para que descubran por sí mismos que las matemáticas son una herramienta poderosa. Fomentamos la discusión grupal para que no solo sepan qué respuesta es correcta, sino que entiendan el camino lógico para llegar a ella. Mi objetivo es transformar la ansiedad numérica en curiosidad, convirtiéndolos de estudiantes pasivos en solucionadores de problemas ingeniosos y seguros.