"Siempre" es un adverbio temporal, que indica que una acción ocurre de manera continuada ad infinitum o que ocurre en cualquier circunstancia. Sus antónimos serían "jamás" y "nunca". Su origen etimológico es el adverbio latino "semper", que tiene el mismo significado.

La leyenda de Rómulo y Remo viene a responder de manera mítica a los orígenes de Roma, ciudad que surgió de la fusión de las aldeas que se extendían por las colinas cercanas a la desembocadura del Tíber. Según el relato mitológico, cuando Amulio arrebata el trono de Alba Longa a Numitor intenta por todos los medios que este no tenga descendencia. Para ello, hace que su única hija, Rea Silvia, se consagre como sacerdotisa vestal, ya que las servidoras del templo de Vesta debían mantener su virginidad. Pero el dios de la guerra, Marte, toma a Rea Silvia y esta queda embarazada de gemelos, Rómulo y Remo. Sin embargo, el haber declarado la descendencia divina de sus hijos no sirvió de nada a la joven vestal ante la crueldad de su tío Amulio, quien la encarceló y ordenó que los niños fueran arrojados al río. Pero sucedió que en esos días hubo una gran crecida del Tíber y los soldados encargados de aniquilar a las criaturas no pudieron llegar al cauce principal, por lo que intentaron ahogarlos en una de las charcas sin éxito. Allí los encontró una loba, Luperca, la Loba Capitolina, quien les dio calor y los amamantó hasta que fueron encontrados por el pastor Fáustulo. Este se llevó a los gemelos a su casa y los crió junto a su esposa Larentia. Otra versión del mito dice que Larentia era conocida como la "Loba" por haber ejercido la prostitución. Cuando los niños crecieron, se dedicaron a la caza y el pastoreo y, por su valor y fuerza, se convirtieron en líderes de un grupo de pastores que atacaban a los bandidos y les robaban los frutos de sus rapiñas. En una ocasión, durante la fiesta de la Lupercalia, los bandidos tomaron preso a Remo y lo llevaron ante Amulio para acusarlo de los crímenes que ellos mismos cometían. Amulio, al reconcerlo, lo tomó prisionero, pero su hermano Rómulo se organizó, lo liberó y juntos mataron a Amulio y devolvieron el trono de Alba Longa a su abuelo Numitor. Sin embargo, ambos quisieron fundar su propia ciudad. Como eran gemelos y no se podía dirimir la primogenitura, para elegir al que había de regirla cada uno de ellos subió a un monte en busca de augurios. Rómulo desde el Palatino avistó doce buitres mientras que su hermano desde el Aventino solo pudo ver seis. Hubo un altercado entre los partidarios de uno y otro, ya que los de Remo decían que, aunque hubiera visto menos buitres, los había observado antes que su hemano, por lo que le correspondería a este ser el rey. En estas revueltas murió Remo y Rómulo fue proclamado monarca de la ciudad recién fundada en el 753 a.C., que por él lleva el nombre de Roma. Esta leyenda es recogida por Tito Livio en su obra "Ad urbe condita".

La leyenda de Rómulo y Remo viene a responder de manera mítica a los orígenes de Roma, ciudad que surgió de la fusión de las aldeas que se extendían por las colinas cercanas a la desembocadura del Tíber. Según el relato mitológico, cuando Amulio arrebata el trono de Alba Longa a Numitor intenta por todos los medios que este no tenga descendencia. Para ello, hace que su única hija, Rea Silvia, se consagre como sacerdotisa vestal, ya que las servidoras del templo de Vesta debían mantener su virginidad. Pero el dios de la guerra, Marte, toma a Rea Silvia y esta queda embarazada de gemelos, Rómulo y Remo. Sin embargo, el haber declarado la descendencia divina de sus hijos no sirvió de nada a la joven vestal ante la crueldad de su tío Amulio, quien la encarceló y ordenó que los niños fueran arrojados al río. Pero sucedió que en esos días hubo una gran crecida del Tíber y los soldados encargados de aniquilar a las criaturas no pudieron llegar al cauce principal, por lo que intentaron ahogarlos en una de las charcas sin éxito. Allí los encontró una loba, Luperca, la Loba Capitolina, quien les dio calor y los amamantó hasta que fueron encontrados por el pastor Fáustulo. Este se llevó a los gemelos a su casa y los crió junto a su esposa Larentia. Otra versión del mito dice que Larentia era conocida como la "Loba" por haber ejercido la prostitución. Cuando los niños crecieron, se dedicaron a la caza y el pastoreo y, por su valor y fuerza, se convirtieron en líderes de un grupo de pastores que atacaban a los bandidos y les robaban los frutos de sus rapiñas. En una ocasión, durante la fiesta de la Lupercalia, los bandidos tomaron preso a Remo y lo llevaron ante Amulio para acusarlo de los crímenes que ellos mismos cometían. Amulio, al reconcerlo, lo tomó prisionero, pero su hermano Rómulo se organizó, lo liberó y juntos mataron a Amulio y devolvieron el trono de Alba Longa a su abuelo Numitor. Sin embargo, ambos quisieron fundar su propia ciudad. Como eran gemelos y no se podía dirimir la primogenitura, para elegir al que había de regirla cada uno de ellos subió a un monte en busca de augurios. Rómulo desde el Palatino avistó doce buitres mientras que su hermano desde el Aventino solo pudo ver seis. Hubo un altercado entre los partidarios de uno y otro, ya que los de Remo decían que, aunque hubiera visto menos buitres, los había observado antes que su hemano, por lo que le correspondería a este ser el rey. En estas revueltas murió Remo y Rómulo fue proclamado monarca de la ciudad recién fundada en el 753 a.C., que por él lleva el nombre de Roma. Esta leyenda es recogida por Tito Livio en su obra "Ad urbe condita".