Jesús, no tengo palabras suficientes para darte las gracias. Esta plaza es el resultado de mucho esfuerzo, sí… pero también de tu guía, tu paciencia y esa forma tuya de hacernos creer que sí se puede, incluso en los días más duros. Gracias por no soltarme nunca la mano. Has sido más que un preparador: has sido el empujón que necesitaba para no rendirme. Ojalá muchos más opositores tengan la suerte de encontrarte.
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