Mi nombre es Juan, doy clases personalizadas de Matemáticas, Física, Química y Inglés, tengo dedicación exclusiva a esta tarea. Las clases suelen ser grupales, entre 3 y 5 alumnos por clase, con una oferta de horarios flexibles. El objetivo es resolver las lagunas que se producen si uno deja de interesarse por las asignaturas de ciencias, o esas dudas que algunos profesores no pueden atender, debido a la masificación de las aulas, el desinterés generalizado de los alumnos u otros factores.
Sé que ningún método es infalible y también sé cuándo puedo ayudar y cuándo no, quiero ser muy franco en este punto; cuando perciba, que a pesar de todos mis esfuerzos el alumno se siente incómodo y falto de interés, seré yo quien interrumpa la clase.
Afortunadamente esto se da con muy poca frecuencia, a pesar de haber recibido alumnos de bajísimo rendimiento, desmotivados, sin disciplina, inmaduros, etc. Pero soy consciente de esa Posibilidad.
Mi experiencia en clases particulares desde hace varios años, hace posible que la explicación de los contenidos sea de forma clara y precisa, siempre atendiendo a las características personales de cada uno, ya que cada alumno es único por cuanto su conjunto de experiencias y conocimientos también lo es. Es en el espacio de las intuiciones del alumno donde intento adentrarme para resolver con creatividad desde las interrogantes más comunes hasta las más “sui géneris”.
Mí método se basa en el método de enseñanza fundado por Sócrates, el mismo que aseguraba que “La verdad reside ya en cada uno de nosotros, la labor del maestro consiste simplemente en ayudar al discípulo a encontrar esa verdad por sí mismo”. En lo personal no creo en nuestro sistema de enseñanza, excesivamente vertical y resultadista, donde el maestro sienta los contenidos y en el mejor de los casos el alumno los acata y memoriza.
Como educador considero que mi trabajo consiste en explicar con argumentos lo más esenciales y claros posibles, de forma que el alumno pueda explicar lo mismo a quien quiera que se lo pregunte (“curiosamente” mis alumnos comienzan a transformarse en los profesores de sus propios compañeros). Mi experiencia personal me dice que cuando el alumno realmente entiende, al extremo del auto convencimiento, no olvida jamás. La sensación de entender una idea nueva es tan potente, que la memoria guarda registro de manera automática. Mi verdadera misión consiste en conseguir que el alumno tenga ganas de aprender por su propia cuenta.
Valga agregar lo siguiente: No tengo interés en enseñar las asignaturas como si éstas no fueran más que un interminable compendio de recetas y fórmulas sin sentido. No es una enseñanza memorística sino que muestro las operaciones mentales naturales que construyen esas fórmulas, para que así el alumno jamás olvide. En un principio no había fórmulas, ¡En un principio ni siquiera había números!