Juan Manuel Sánchez

Soy un apasionado ingeniero estructural que siempre ha llevado un profesor dentro. Durante años me he dedicado a la Auscultación y Patología de Estructuras, pues en ocasiones, como las personas, también enferman. Una especie de médico cuyos pacientes no vienen a tu consulta, sino que has de ir tú a su ubicación y proceder con una metodología muy parecida a la que practican los facultativos con sus enfermos. En el caso del Dpto. que dirigía, esos pacientes eran puentes, pasarelas, túneles, edificios, naves industriales, y un largo etcétera.

Con la crisis económico-financiera de hace algo más de una década, la empresa multinacional en la que trabajaba sucumbió, como otras muchas del sector de la construcción. Estas circunstancias me llevaron a redescubrirme profesionalmente: al profesor le había llegado su momento.

Así pues, ante la pregunta que me hice entonces: "bueno, ¿y ahora qué?", recordé que había impartido clases particulares cuando estudiaba la carrera; una experiencia maravillosa que he ido retomando pasados estos años, una vez entendido que para sentirme plenamente desarrollado no basta solo con el ingeniero. También necesito al profesor, ¿o sería más bien a la inversa?

A día de hoy estoy más centrado en la enseñanza que en la ingeniería, aunque mantengo expectativas y cierta actividad profesional como ingeniero estructural.

Mis clases tienen un único objetivo: Hacer que el alumno comprenda a fondo las materias que imparto, y para ello cuento con un aliado infalible. El porqué. Sumándole el interés y complicidad por parte del alumno, el éxito está asegurado. Entender, aprender y aprobar. ¡ En ese orden !