Enseñar inglés en colegios públicos no es pan comido. Muchas veces, los recursos son escasos y los materiales viejos. Se sigue una rutina anticuada centrada en reglas y no en conversaciones reales. Con tantos alumnos por aula, es difícil atender a cada uno. Además, si la única vez que escuchan inglés es en clase, no tienen cómo practicar de verdad. Y claro, si las pruebas solo evalúan gramática, ¡eso es lo que se enseña! A eso sumémosle que, si los chicos no ven el chiste de aprender inglés, pues, se desmotivan. Es un reto grande.
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