Desde que era pequeña, Lucía ha demostrado una vocación natural por la enseñanza. Recuerdo cómo su juego favorito era ser profesora, y cómo, a lo largo de los años, fue transformando ese juego en una pasión real y constante. Lucía ha dado clases desde siempre, de manera espontánea y generosa: ayudando a sus hermanos, a sus amigas y a cualquier persona que lo necesitara. No lo hace solo porque sabe, sino porque verdaderamente disfruta enseñando. Esa capacidad de transmitir conocimientos con entusiasmo y claridad es, sin duda, una de sus grandes fortalezas. Además, ha sido voluntaria en varias oportunidades, siempre con una sonrisa y una actitud de servicio admirable. Creo firmemente que esa sensibilidad y vocación por ayudar a los demás son cualidades esenciales en toda buena docente. Lucía simpre ha sido una excelente estudiante y es disciplinada, organizada, amable y planificadora; ella ha observado con curiosidad y espíritu crítico que funciona mejor y peor en el estilo de enseñaza d
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