Manuel Calvo

Llevo cuatro años impartiendo clases a alumnos de todas las edades que precisan conocimientos del español, ya sea de manera interna o externa de la lengua. De esos años, llevo la mitad centrado en los alumnos que necesitan conocimiento como idioma extranjero y, gracias a la experiencia, he descubierto una manera muy divertida de impartir mis clases. Siempre me adapto al alumno, cosa que veo realmente importante si queremos ver resultados a largo plazo. Le pongo la mayor de las ganas para que el alumno disfrute en mis clases, por ello, me dedico a darle un toque más ameno, más personal e, incluso, con algún que otro toque humorístico, para hacer partícipe al alumno de todo lo que hablamos. Nunca me ha gustado hacer una clase aburrida, basándome en el temario únicamente, ya que el alumno termina por aburrirse de la materia asignada, dependiendo de qué precisa. Para ello, me centro en un método sencillo en el que el alumno pueda estar tranquilo, como en su propia casa, sin necesidad de ponerse nervioso si falla. Me gusta que estemos relajados y lleguemos a ser unos amigos que no tienen miedo de abrirse el uno al otro. Quiero que mi alumno sea él mismo y disfrute la clase. Por ello, bajo mi experiencia, siempre intento crear una sintonía para que el aprendizaje no muera en el camino y siga fomentándolo, incluso sin mí, fuera de la clase. Lo importante es aprender divirtiéndonos para adquirir mejor el conocimiento que se nos plantee, teniendo resultados satisfactorios.
Es importante recalcar que el trabajo de profesor particular o de preparatoria conlleva una labor crucial y que no debe tomarse a la ligera, por este motivo, el profesor debe cobrar por clase perdida si no se avisa con antelación.