Marc Castellsagué Reverter

La música existe por si sola, hay que amarla, crearla, sentirla, tocarla, acariciarla, llorarla, reírla, escucharla, cantarla, vivirla.
Creo que enseñar el valor de la música, es dedicar tu vida a una pasión. Pienso que la música va mucho más allá de un simple sonido o una mediocre melodía pegadiza que se repite en bucle en nuestra cabeza.
Qué hay de escribir una canción a la persona quién amad? Y lo mucho que llena dedicarle unos compases a alguien que has perdido?
Tocar la fibra con la música no es fácil, porque hay que aprender a manejar el pentagrama y lo que este mismo conlleva, pero el placer que supone, gana el pulso a la dificultad que conlleva.
Tocar una pieza sin ningún error después de largas horas repitiendo un compás que no logras cuadrar, da una satisfacción única.
Mi abuelo, en paz descanse, era un gran pianista y organista. Él me empujó a bailar con las teclas blancas y negras. Cuando falleció, le prometí hacer algo grande para, con y por la música. El camino que he escogido ha sido el de enseñar a amar la música. Supongo que no hace falta decir nada más. Amo la música, el piano y enseñar lo que sé y seguir aprendiendo al mismo tiempo. La música es como las palabras, son una arma mortífera para expresar todo aquello que sentimos dentro de nuestra más pura esencia: dolor, amor, arrepentimiento, rábia, felicidad, alegría... es el vehículo de nuestro yo interior hacia el mundo entero.
¿Te apuntas a vivir la música?