¿Por qué eliminar el "no sé" de nuestro vocabulario?

Os doy la bienvenida a mi primera entrada en el blog. En esta, como profesora particular me gustaría abordar una problemática que veo mucho entre los jóvenes de hoy en día, da igual el nivel educativo que estén afrontando y la dificultad del problema.

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Este problema consiste en, cuando algo se sale un poco de los paradigmas preestablecidos, decir que no se sabe o no se entiende o es muy complicado, sin un mínimo de reflexión.

Esto es un gran problema, ya que impide al alumnado relacionar ideas o afrontar nuevos problemas que puedan surgir tanto en una prueba escrita como en su vida diaria. Además, les bloquea a la hora de recibir nuevo conocimiento que no encaje directamente con sus estructuras preestablecidas. Realmente creo que esta incapacidad, enseñada y propiciada por una enseñanza rígida, es la causante de que muchos de nuestros estudiantes consideren que las asignaturas que les impartimos en su día a día como docentes les resulten tan ajenas a ellos.

¿Cuál es el origen del problema?

El origen del problema no es simple y su resolución tampoco, pero tenemos que estar preparados, como profesores particulares, para afrontar las vicisitudes que este provoca en nuestro alumnado.

Sin duda, uno de los principales causantes de este problema no es otra que la mentalidad utilitarista inmediata actual nos impide ver más allá de un aprobado, más allá de lo que se puede entender en un visto y no visto, ver más allá del uso instantáneo de la información que estamos proporcionando. Esto es una problemática social de la que debemos ser conscientes y no culpar a los estudiantes que no son más que víctimas de la sociedad que nosotros hemos construido.

Ahora bien, ¿cómo nos podemos enfrentar a una idea social tan arraigada? Aquí cada uno tendrá una respuesta diferente. Por mi parte, solo puedo dar consejos basados en mi experiencia docente, tanto en instituto como profesora particular. Primero de todo, prohibirles el <<no sé>>, porque aunque no sepas qué saben y dejan de saber, saben algo, tienen alguna idea y, sobre todo, tienen que perder el miedo a comunicarla. Así, en mis clases el <<no sé>> está prohibido. El siguiente paso es animarles a equivocarse o a dar respuestas ingenuas. Del error se aprende mucho más que del acierto, porque dejas entrever las ideas erróneas que se tienen y, así, es más fácil afrontarlas. El error se tiene que presentar como una forma de crecer.

Las respuestas ingenuas son parecidas a los errores, pero a veces pueden ser respuestas correctas con un giro que muestran que hay más información disponible y que ayudan al propio profesor (¡sí, a nosotros!) a crecer. Un ejemplo sería una reinterpretación de un teorema que da lugar a sacar a la superficie más matices.

Otra cosa a tener en cuenta es el miedo a la duda, cuando no hay nada más sano que dudar, de esto sabrán más nuestros compañeros filósofos, así que les dejo a ellos que desarrollen este tema que puede ser muy interesante para la reformulación de las clases.

Conclusiones

Dicho lo cual, quiero destacar la necesidad de eliminar el desconocimiento absoluto como primera respuesta de nuestros alumnos, pese a que sea entendible en nuestro contexto social. Solo haciéndoles ver el valor del intento, podremos conseguir que lleguen al éxito. Solo valorando sus fracasos y entendiéndolos, podremos conseguir que se superen y abran las puertas a un futuro más prolífero.

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