La Música y el Amor, reflexiones personales sobre esta relación

A veces me parece que endiosamos a la Música y le otorgamos el estatus de antigua divinidad a la que debemos ofrecer sacrificios de sangre. Y me pregunto si no estaremos mirando hacia donde no es...
Hablamos de que la técnica instrumental ha de ser un medio y no un fin en sí mismo, que el fin es hacer música, pero yo ahora empiezo a ver que quizá la música tampoco sea el fin último, porque ...¿ para qué hacemos música? ¿Nos hacemos alguna vez esta pregunta? ¿Les hacemos esta pregunta a los niños a los que enseñamos la técnica instrumental? ….
Yo personalmente disfruto haciendo música , siento que alimenta mi espíritu, que conecto con ideales más elevados de Belleza , que puedo dar rienda suelta a sentimientos y partes de mí misma que de otra manera no podría expresar.... también es una via de comunicación sutil con otras personas, y un placer. Hace mi vida más llevadera, más feliz...
Podría hablar más sobre la música y mi violín, que es mi amigo y mi compañero desde hace ya muchos años. Pero no siempre me he sentido así. Muchas veces en mis años de estudio, he sentido la presión de tocar obras cuya dificultad superaba en demasía mis capacidades técnicas en ese momento. Y mi perfeccionismo y mi deseo de hacer sonar esa música como yo quería que sonara (como en un disco), sumados a la falta de realismo propia de esa edad , me impedían disfrutar el proceso de mi aprendizaje musical. Sólo era capaz de disfrutar cuando ya tenía la obra bien aprendida, pero por aquel entonces eso pocas veces ocurría. Mi relación con la música y con mi violín estaba llena de sufrimiento y amargura, como un amor no correspondido.
Muchas , demasiadas veces, veo esta relación con la música en el conservatorio (Oh, Conservatorio!, ¡cuán noble Institución! ….Templo ofrecido a la Gran Diosa devoradora de niños ). Las audiciones se convierten en una exhibición de destrezas donde hay que demostrar lo que uno es capaz de hacer, y donde el más mínimo fallo puede hacer sufrir el tan temido miedo al ridículo... Y yo me pregunto...¿ a quién estamos ofreciendo nuestro trabajo, nuestras horas de ensayo? ¿A esa divinidad impasible a la que hay que adorar y ofrecer nuestro sacrificio de sangre? ¿O a nosotros mismos? Y en nuestras clases... ¿quién es más importante? ¿La diosa Música o nuestros alumnos?
Cuántas veces he escuchado palabras como látigos increpando a un niño para que haga mejor una escala, una nota, una frase musical.... ¿Cuál es el objetivo aquí? Que ese alumno suba su “nivel” , un nivel del que se habla tantísimo, un nivel a la altura de la Gran Diosa que es como una estatua de piedra, sin corazón, imposible de satisfacer. ¿Dónde queda el amor? ¿Y qué tipo de amor a la música queremos inculcar? ¿Un amor de sumisión y sufrimiento, en el que la música sea una siempre insatisfecha amante que nos exige cada vez más sin darnos nada a cambio? ¿O un amor que nos nutra y nos haga más felices, un amor sin sacrificios pero con entrega desde un corazón sincero que late de alegría en cada nota musical?
¿No ha de ser la música un medio para las personas, y no un fin en sí mismo? Para mi modo de ver, sí, y siempre sí, preferiré mil veces que mis alumnos disfruten tocando y no ofreceré a ninguna divinidad un sacrificio humano nunca más. La música es Medicina, es un don divino para TODA la humanidad, no una diosa a la que poner en un pedestal sólo alcanzable por unos pocos privilegiados.
Temas
Utiliza nuestro Buscador Inteligente
© 2007 - 2024 Tus clases particulares Mapa web: Profesores particulares| Academias y centros