Sandra
★★★★★
Tuve la suerte de recibir clases de violonchelo con Eduardo y puedo decir que su forma de enseñar es realmente especial. Más allá de la técnica o de las repeticiones mecánicas, él logra que uno se acerque al instrumento desde la sensibilidad y la conexión con el cuerpo. Su método invita a sentir cada nota, a escuchar de verdad lo que se toca y a descubrir cómo el violonchelo se convierte en una extensión natural de uno mismo. Gracias a su enfoque, cada clase se transforma en una experiencia musical y personal muy enriquecedora, en la que la teoría se entiende mejor porque nace de la práctica consciente. Eduardo consigue que tocar no sea sólo un ejercicio académico, sino una vivencia plena en la que la música cobra verdadero sentido.
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