Debo decir que conocí a Margarita cuando vivía en Estados Unidos y rápidamente forjamos una amistad que aún perdura. Nací y crecí en Estados Unidos. Aunque mis padres eran cubanos, tuve muchas dificultades con la lengua de mis raíces: verbos, presente y pasado, ortografía, acentos gramaticales y pronunciación. Margarita debió de tener compasión de mí cuando decidió por voluntad propia dominar el español, y siempre le estaré agradecido por su innovadora forma de enseñar, así como por su paciencia, ya que padezco un trastorno del aprendizaje que, lamentablemente, es hereditario en mi familia. Termino con esta reflexión para que todos reflexionen. ¿Si pueden entender lo que escribí sobre esta mujer amable y paciente, es porque ella lo hizo posible?
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