Dagmary Olívar Graterol

Cuando comienzo a trabajar con un/a estudiante me gusta conocer qué le ocurre con la asignatura, cómo se enfrenta a su proceso académico y qué espera del mismo. Es importante saberlo tanto de su lado como del de sus padres, porque las expectativas que se tienen son importantes para reforzar las clases, la autoestima y la mejora continua en el/la estudiante. A partir de aquí, elaboramos conjuntamente una estrategia para lograr los retos académicos que nos planteamos: aprobar, mejorar la ortografía, la compresión lectora, crear hábitos de estudios, subir notas, etc.. Me gusta crear un clima agradable para que se pueda aprender con alegría, sin olvidar la exigencia propia del estudio, pero también creando un espacio para que el estudiante pueda aprender de una forma amena - debido a que ya les presiona suficiente el sistema educativo-. Por lo que una clase particular también tiene que tener la dedicación, atención y afecto necesario que un aula regular no brinda.
Cada uno/a de mis estudiantes es un ser diferente y especial y, como tal, elaboro un sistema personal que pueda adaptarse a sus necesidades y aptitudes. En especial con alumnos/as con los que trabajo por temporadas largas. Me gusta llevarle la asignatura al día a día, para que vean el valor práctico del aprendizaje. Es así que, cuando estudiamos, Lengua Castellana hablamos del valor del idioma, del uso correcto para entendernos: escribimos, leemos, hablamos, generamos debates para practicar constantemente.
Una clase particular es un esfuerzo para todos los implicados: alumnos, padres y, en especial, para mí, porque debo dar lo mejor de mí en esa hora para que un/a estudiante aprenda y, con suerte y esfuerzo, tal vez ame aprender.