Ignacio Klindworth

Planteo las clase de Procesos Creativos, como un proyecto global que gestiono de forma transversal y participativa. Aúno pedagogía y creación. Enseño y motivo a los alumnos para que quieran comprender cómo nace una idea y de qué manera la pueden transformar en algo tangible. Me enseño y me motivo a buscar nuevos puntos de vista y nuevas actuaciones. Cada proyecto, cada alumno, es un universo en sí mismo.
Mi principal dirección es asentar las bases para fomentar la creatividad en los alumnos. Para ello, recurro a un marco, tema o proyecto, que les permitirá establecer los parámetros de su propia narrativa.
La metodología que utilizo y con la que experimento, puesto que trato de adaptarme al cambio continuo, y soy artista, se basa en donar a mis clases de una dirección. Esta dirección puede ser un tema o un concepto que nos permite, a los alumnos y a mí mismo, ahondar en el proceso creativo a lo largo de un curso.
¿Por qué? Porque el pensamiento esta basado en ideas y conceptos, así como en nuestra capacidad para comprender, clasificar, contextualizar y generar asociaciones. Para ser creativos necesitamos asimilar conceptos y madurar significados. Por eso, tratar un mismo tema o proyecto desde diferentes puntos de vista, en diferentes contextos o fases diferenciadas, y con técnicas o herramientas diversas, nos ayuda a construir nuevas asociaciones.
Este proceso permite generar nuevas asociaciones a partir de una idea, lo que enriquece notablemente la concentración y la focalización. Todo esto incide positivamente en los procesos mentales que desarrollan y fomentan la creatividad de los alumnos.
Las ventajas de este formato de clases de arte son múltiples desde el punto de vista pedagógico:
Se ejercita la constancia, valor necesario para mantener la conexión con el proyecto durante un largo espacio de tiempo.
Se fomenta la motivación, energía necesaria para aprender a gestionar tanto lo inmediato como lo que se prolonga en el tiempo.
Se potencia el aprendizaje basado en proyectos.