Óscar Grisolía

A pesar de sacar notas increíbles y de ser siempre el primero de mi clase, con lo que más disfrutaba era con el poder ofrecer mi ayuda a mis amigos, que iban un poco más rezagadas en las materias. Es por ello que con 16 años decidí empezar a dar clases particulares a alumnos un poco más jóvenes. Adquirí gracias a ello valores como el compromiso o la responsabilidad, los cuales me han servido para mejorar como persona y como profesor. Nunca he sido partidario de horas enteras de pura teoría, sino que me gusta mucho más que la clase parezca una conversación amena con el alumno. Los temarios y ejemplos van enfocados a sus gustos y aficiones para que consiga empatizar mejor con la materia dada. Por muy aburrida que parezca una asignatura o un tema en concreto, siempre se puede enfocar desde un punto de vista más ameno y digerible. He ahí dónde recae mi especialidad. El no sólo ser efectivo como profesor, sino también carismático y divertido, me ha ayudado a conseguir tener 4 alumnos a la vez y poder verlos crecer como alumnos y como personas con un poco de mi ayuda.