Seré claro y contundente: la gramática ha de ser desterrada de la enseñanza del inglés. El estudio de esta disciplina, parte de la lingüística, debe ser suprimido de los métodos didácticos pioneros. Está sobradamente demostrado que el ser humano aprende con mayor eficiencia y rapidez cuando su interés está despierto. Atención e interés están intrínsecamente ligados.
En las últimas semanas he tenido ciertos debates con docentes de la escuela pública española como consecuencia de mi desacuerdo con las didácticas decimonónicas que se aplican en esta para la instrucción de idiomas. Los profesores, anclados en su comodidad y academicismo desfasado, avanzan a paso tortuga en la innovación de la enseñanza lingüística.
Se obstinan en emplear materiales y temáticas que resultan tediosas y, por consiguiente, fallidas para los alumnos (el típico studentbook, el workbook, etc.). El estudiando de hoy en día está sumergido en la “cultura de pantalla interconectada”. ¿Por qué se da de lado a la realidad en favor de un clasismo académico lleno de polvo? Es como si los libros tuvieran secuestrado al sistema educativo. Es hora de poner en marcha la revolución educativa.
Usemos todas las herramientas que las nuevas tecnologías nos proporcionan. Introduzcamos en las clases temáticas divertidas y atrayentes (videojuegos, youtubers, series de Netflix, instagrammers, twitter, TikTok, etc.). Clases donde los futuros hablantes del inglés queden maravillados ante este tipo de didácticas que conectan con su realidad vital. Además de todo ello, gracias a las nuevas tecnologías, podemos permitir que cada alumno elija qué y cómo quiere aprender; la autocustomización. El profesor se convierte en un guía; una enseñanza horizontal, no vertical.
Jess Kuicast, filólogo inglés.
