La historia de Rafa o las consecuencias de una discalculia no detectada a tiempo.

(Los nombres de los personajes son ficticios para resguardar la intimidad de los verdaderos protagonistas de la historia)

La madre de Rafa está muy preocupada. Por más esfuerzo y empeño que pone su hijo no puede con las matemáticas. Al niño le llaman de todas las maneras posibles: vago, lento, dicen “que no espabila”, que está siempre dormido… Rafa cursa 1º de la ESO en un colegio concertado (tiene 13 años), y ha llegado a esta etapa con mates suspendidas de 6º de Primaria en el mismo centro educativo. Ya le conoce la mayoría de sus compañeros y algunos profesores como al vago de la clase. En el aula y en el patio algunas veces tiene problemas debido a las burlas que recibe por parte de sus compañeros, pero dado su carácter tranquilo y relajado, él prefiere no meterse en problemas y pasar de chanzas y puyas. No es su rollo.Este año, su madre ha decidido tomar la iniciativa con respecto a los estudios. No tiene buenos motivos para ser optimista al inicio de esta nueva etapa que Rafa está a punto de comenzar. Ella, Rocío, me llama para contratarme como profesor particular de su hijo para que le ayude en matemáticas e inglés, tres veces por semana a una hora y media por sesión desde el mismo inicio del trimestre. Desde la primera clase, Rafa se muestra muy receptivo, acepta mi ayuda con naturalidad y se lo ve muy simpático y colaborador.

A los pocos minutos de plantearle los primeros problemas detecto graves fallos de comprensión en nociones básicas de matemáticas: relaciones lógicas entre números enteros y naturales, dificultades para plantear algunas operaciones básicas como restar una cantidad mayor de otra menor, desconocimiento total y absoluto de la regla de los signos para la multiplicación y la división, así como no conocer las propiedades de la suma y de la resta (conmutativa, asociativa, elemento neutro, etc.), u otras reglas básicas de la aritmética que se da por sentado que debería haber adquirido a los 9 años de edad, entre 4º o 5º año de la escuela primaria. Es decir, que Rafa presenta un desfase de conocimientos matemáticos de entre 3 y 4 años.

El curso ni siquiera ha comenzado, por lo que decido hacer un repaso express y a fondo de todos estos conceptos como para abordar el año escolar al menos en las condiciones mínimas que requiere el curso y para que el desfasaje sea lo menor posible. Pero ante las primeras explicaciones me hallo con la sorpresa de que Rafa no comprende el mensaje, no responde a ninguno de los estímulos ni es capaz de conceptualizar las ideas matemáticas, de realizar abstracciones o de retener ningún tipo de información relacionada con conceptos matemáticos. Paralelamente, en cuanto abordamos el estudio del inglés y en particular pongo a prueba su memoria inmediata para asimilar la pronunciación, descubro que ésta es excelente. ¿Qué es lo que está sucediendo?

Después de analizar profundamente el caso y de consultar a varios especialistas, llegamos a la conclusión de que el de Rafa es un claro caso de dislexia, muy específico en este caso, denominado discalculia y que, dentro de la misma, pertenece a una subclase llamada disaritmética. No se trata ni de un trastorno ni de una enfermedad. Simplemente es una manera diferente en la cual su cerebro procesa la realidad. Entonces, ¿dónde está el problema y quién lo tiene?

El verdadero problema al que nos enfrentamos en este tipo de casos es nuestro y no de Rafa. Una gran parte de la comunidad educativa (padres, maestros, tutores, orientadores, pedagogos, psicólogos, psiquiatras infantiles, funcionarios ministeriales, legisladores y todos aquellos implicados en la transmisión del conocimiento y la enseñanza y responsables del aprendizaje de los menores) no se ha dado cuenta de que Rafa llegó hasta 1º de la ESO, suspendiendo 6º de Primaria, pasando previamente por 4º y 5º… sin que se detectara absolutamente nada extraño en el comportamiento lógico-matemático del niño. Tres años. Es demasiado. Muy probablemente hay más personas como Rafa de las que tampoco nos hemos enterado al momento de estar yo escribiendo este artículo y a las que nos deberíamos adaptar.

Resumiendo, cada día dejamos que:

  • Personas como Rafa lleguen a niveles de 1º ESO o superiores sin que se les detecte una necesidad especial de aprendizaje y, por ende, de adaptación curricular.
  • Sigan existiendo maestros y profesores que no están debidamente entrenados como para detectar o gestionar este tipo de situaciones, así como para actuar en consecuencia en forma coordinada, implementando los medios adecuados para incluir a estos alumnos en el sistema educativo (Sistema Educativo Inclusivo).
  • Se siga tratando a estos individuos como vagos, lentos o tontos, cuando en muchos casos no sólo su cociente intelectual es muy superior al de la media, sino que además suelen tener que superar este hándicap por sus propios medios cuando no se les brinda el apoyo debido, y en algunas ocasiones aún a pesar de ello se destacan como verdaderos genios creativos. Bill Gates, Steve Jobs, Tom Cruise, Steven Spielberg, Silvester Stallone, John Malkovich, son sólo algunos ejemplos de famosos, artistas o creativos disléxicos.
  • En su camino por la vida, sufran bastante más de lo debido.

Algunas conclusiones

Para acabar, llevo ya casi 2 meses trabajando con Rafa y junto con su madre estamos a punto de lograr su adaptación curricular por TDAH, ya que es lo que la psicóloga del equipo de tratamiento de la junta escolar de su colegio le ha “diagnosticado” luego de realizarle infinidad de entrevistas, muchas de ellas en horario escolar (¿?), perdiendo Rafa horas de clase, entre ellas, las de matemáticas, que luego tengo que explicarle yo como profesor particular.

El desconocimiento de la dislexia, y por ende mucho más de la discalculia, nos lleva a que la mayoría de los psicólogos y psicólogas estén últimamente muy volcados a catalogar todos estos tipos de casos bajo el único paraguas del TDAH. Lo que se logrará en definitiva, será una adaptación curricular que, para el caso será más o menos válido y se especificará para la asignatura matemáticas.

En mis charlas más personales con Rafa me ha confesado que “de mayor” quiere ser actor… Yo espero que sea uno de los mejores. ¿Le servirán de algo entonces las matemáticas? Es como para pensar, ¿no?

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