Participación escolar: la comunidad educativa es pieza clave

El presente en que vivimos es muy complejo; no es posible educar acertada y adecuadamente en los centros educativos si estos no establecen complicidad con las familias. A los docentes no les queda otro camino para lograr el éxito educativo que contar con los padres para que exista coherencia entre lo que se hace en casa y en la escuela. Los padres no deberían educar a sus hijos al margen de los centros educativos. Familia y escuela no pueden trabajar aisladas.

La participación escolar no es importante, sino necesaria. No hablamos de una participación en el aula -no exclusivamente-, sino de una cultura participativa, democrática si se quiere, que sustente el funcionamiento de los centros educativos y a su vez del sistema que hoy conocemos. Lograr que los centros educativos sean organismos vivos, nutridos de la acción no solo del profesorados y directivos, sino de las familias y sobre todo, del alumnado, supondría conseguir una auténtica revolución en la configuración y el desarrollo de las funciones de los mismos.

La participación forma parte del ser de la persona, de su esencia como ser social

¿Por qué?

Cuando se participa, ya sea en una acción, en un proceso o en un evento, nos sentimos parte ([part-icipar]) de ello, dueños de su creación y responsables de su funcionamiento. No es ninguna tontería sentirse parte de un centro educativo, al igual que podemos ayudar a la creación y desarrollo de una asociación, de una escuela de música, de la peña del barrio o del torneo anual de baloncesto. Si las familias y el alumnado se sintieran parte del proceso educativo y de la institución social -el sistema-, no sólo se produciría una verdadera mejora en términos de cooperación y comunicación con el profesorado, sino que la calidad del aprendizaje mejoraría exponencialmente. El alumno se sentiría parte de esa estructura y su rendimiento ya no sería motivado extrínsecamente, no sería una obligación, sino que sería un esfuerzo natural por seguir formando parte de esa estructura y que ésta siga funcionando como hasta ahora.

Las AMPAS no deberían ser la única medida de participación en las escuelas. La participación real de la comunidad educativa -profesorado, alumnado y familias- conseguiría por tanto mejorar las relaciones entre todos los agentes, mejorando a su vez el rendimiento del alumnado y del propio centro. El centro se articularía de esta manera de manera más horizontal, contando con el apoyo de las familias y de los alumnxs, y no tanto en la verticalidad que marcaban los directivos.

Para hacer esta idea aún más visible, explico aquí debajo una propuesta de una actividad concreta para promover la participación en los centros educativos:

Sinopsis: Actividad dinámica para la promoción de la participación en la comunidad educativa

Duración: 8 semanas

Objetivos:

  • Crear una cultura participativa
  • Ofrecer apoyo a a los docentes que quieran conseguir una participación más
    eficaz
  • Ofrecer y animar a los docentes a utilizar técnicas de participación que potencien
    la implicación y el acercamiento de las familias a la escuela

Desarrollo de la actividad:

Se trata de un taller para padres y madres de ocho semanas y un seminario para el profesorado de tres semanas, así como una sesión de lluvia de ideas con la dirección del centro escolar.

Con este programa se busca que los padres se sientan cómodos en la escuela y enseñar a los docentes a implicar de forma afectiva a los padres en las escuela y la educación de sus hijos y ayudarles a resolver conflictos de manera lo más correcta posible.

Es un proceso sistemático que guía a los directores, profesores y padres a ser más consciente del valor de su implicación en el centro educativo de sus hijos/as. Los talleres que llevan a cabo los padres, son sesiones donde se habla de diferentes temas:

– Presentación e intercambios de ideas.

– Ponerse en el lugar del profesor/a.

– Diversidad familiar. – Expresarse con claridad.

– Colaborar con los profesores.

– Diversidad cultural.

– Afrontar situaciones difíciles.

– Ampliar las vías de cooperación

Los docentes en su seminario también tratan mucho de estos temas:

– Presentación e intercambio de prácticas.

– Valores familiares, diversidad y expresarse con claridad, respeto y aprovechar las entrevistas.

– Trabajar con voluntarios, afrontar las dificultades y filosofía de implicación.

Y el programa culmina con una sesión conjunta en el que los padres, profesores y directores analizan juntos la normativa de la escuela y deciden cambios.

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