Mi mayor miedo al empezar este curso era sentirme perdida, como tantas veces antes. Tenía dudas, inseguridades y una vocecita dentro que me decía que quizás esto no era para mí. Desde el primer día, su calidez y cercanía me hicieron sentir segura. No es solo que explique bien, o que sepa muchísimo —que lo hace y lo sabe—, es que te mira como persona. Se interesa por cómo estás, por lo que necesitas, por cómo aprendes tú, no “en general”. Cada clase con él está llena de vida. Rafael tiene ese don especial de transmitir entusiasmo sin imponerse, de despertar la curiosidad sin presionar, de hacerte sentir capaz sin juzgar. Su energía positiva es contagiosa y, sin darte cuenta, te ves sonriendo, participando, preguntando... aprendiendo con alegría. Gracias a él, no solo he aprendido más de lo que imaginaba, sino que he recuperado la confianza. Y eso, para mí, vale más que cualquier contenido o resultado.
Ojalá más personas tengan la suerte de cruzarse con un profesor como Rafael.
Ver más
Ver menos