Mi madre, ya con sus años, volvió a creer que podía aprender gracias a él. Le devolvió la ilusión, la confianza y las ganas. Yo solo puedo estar agradecido por cómo la ha tratado, con tanta paciencia, cariño y respeto. Profesores así hacen falta para que la educación tenga sentido y para que como sociedad avancemos de verdad
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