En mi experiencia con los alumnos, la historia puede resultar lejana, aburrida y muy desvinculada de nosotros. Por estas razones, la historia no es atractiva para la mayoría de los alumnos. Pero se enseña de manera equivocada, de ahí la importancia de las clases particulares de historia.
Para empezar, toda la historia que estudiamos fue el paso previo de lo que hoy en día somos y explica cómo vivimos hoy en día, así que, en realidad, nos afecta directamente. El problema es que en los colegios, por razones obvias, se suele explicar solo lo que pasó y punto. Solo se les explica a los alumnos que pasó X suceso y que se lo aprendan para el examen.
Pero la belleza de la historia no radica en datos, sino en el conjunto de circunstancias que se dieron para que eso ocurriera y cómo afectó ese suceso en cómo vivimos hoy. Por ejemplo: si explicas la Revolución Francesa, no puedes explicarlo desde la lejanía como si estuvieras leyendo una lista de la compra. Debes hacerle sentir al alumno lo que sentía esa gente que no tenía nada que perder porque estaban muriendo en las calles de hambre y pobreza, hartos del abuso de unos pocos que tenían más riqueza de la que podían gastar en 100 vidas... el cúmulo de tantos ejemplos de abusos e injusticias fue lo que les llevó a toda una nación de oprimidos a rebelarse contra unos pocos que tenían todo el poder militar y económico, sin importar las consecuencias porque, tal y como vivían, preferían morir intentando mejorar un ápice la vida de las próximas generaciones antes que seguir tolerando los abusos y los caprichos de unos pocos tiranos.
La historia no es aburrida, se explica desde el punto de vista equivocado. Se explica como si hablásemos de las medidas de una obra, de manera, sosa, desinteresada y fuera de las emociones. Pero es todo lo contrario. Los grandes sucesos de la historia se produjeron por grandes pasiones y emociones muy fuertes, y eso es lo que hay que hacer sentir al alumno para que entiendan por qué pasó lo que pasó y cómo eso cambió el rumbo de la historia e hizo que vivamos como vivimos y no de otra manera. Porque si la revolución francesa no hubiera sucedido, si somos 47 millones de personas en España, más del 90% de la población, es decir, 44 millones de personas, viviríamos tirados en las calles sin prácticamente nada que llevarse a la boca y sin los derechos y libertades que disfrutamos.
No habría Play 5 que comprar, ni a la que jugar, no habría TikTok, ni Instagram, ni YouTube, ni Internet... no habría vacaciones, ni unas condiciones sanas en las que vivir, ni en las casas, ni en las calles... y mil ejemplos más...
