¿Te considerás bueno redactando? ¿Te resulta fácil o sencillo escribir textos? Sea cual sea tu respuesta, acá te dejo unos tips para mejorarlos:
1-¿Qué y para qué?
Antes de empezar a escribir, tenés que tener muy claro qué es lo que querés contar y con qué objetivo. Esto parece algo muy sencillo pero muchos textos terminan fracasando por no tenerlo claro, ya que se trata de la base de toda comunicación.
Por ejemplo: voy a hablar sobre los beneficios de alimentarse de manera saludable (esto responde a la pregunta qué) y mi objetivo será que la gente conozca mi trabajo como nutricionista (ese es el objetivo, el para qué).
2-¿A quién me dirijo?
Otro de los aspectos fundamentales es a quién va dirigido tu texto: quién querés que sea tu receptor. No es lo mismo escribir un texto para un trabajo práctico del colegio, que escribir un resumen al que únicamente accederás vos para estudiar o un texto que será para que lo lea alguien completamente ajeno a lo que estamos hablando.
Por ejemplo: si tengo que escribir sobre una investigación que hice acerca del proceso de potabilización del agua y sé que mi receptor no tiene conocimiento sobre ello, deberé estructurar y manejar la información de una manera diferente a si mi receptor es ya un especialista en el tema.
3-¿Cómo?
Lo que sigue será pensar de qué manera quiero contar lo que tengo para contar. Esto también está fuertemente vinculado con los puntos anteriores: el cómo dependerá de quién es mi receptor y de cuáles son mis objetivos.
Siguiendo con el ejemplo anterior, no utilizaré la misma manera de redactar si la persona que lee mi investigación es una experta que si no lo es: en el primer caso podré utilizar palabras técnicas sin necesidad de aclararlas, sin embargo en el segundo caso si quiero emplear léxico específico será necesario hacer un glosario en el que se indique el significado de esas palabras.
4-Revisión y corrección:
Este paso es fundamental, es necesario que leas tu texto más de una vez, haciendo las correcciones oportunas para asegurarte de que responde a las cuatro preguntas: qué, para qué, a quién me dirijo y cómo.
Recordá que el proceso de escritura difiere de la comunicación oral, ya que cuando escribimos estamos fijando las palabras en un soporte y, por ende, podemos volver a leerlo más tarde (a diferencia del discurso oral: el dicho dice que a las palabras se las lleva el viento, yo digo que se las lleva el tiempo). Esa fijación en un soporte nos permite hacer todas las correcciones que sean necesarias. Los autores más reconocidos no escribieron sus obras de una vez, sino que pasaron por múltiples correcciones y modificaciones. De eso se trata el proceso de escritura.
Te doy un tip muy útil: leer el texto en voz alta y grabarse para luego escucharlo o leérselo a alguien más para ver si se entiende es de gran, gran ayuda.
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