El liderazgo, como tema fundamental en el análisis económico

El concepto de liderazgo puede acarrear consecuencias positivas o negativas para la sociedad, aunque generalmente serán negativas.

Si nos centramos en primer lugar en el ámbito empresarial, podremos observar que, si una empresa tiene un cierto liderazgo, podremos entender que tiene mayor capacidad para subir los precios que el resto de las empresas. Si por ejemplo posee un cierto grado de liderazgo dentro de un mercado, sabremos que tendrá un mayor poder en ese mercado, y por tanto que podrá aumentar los precios por encima de lo que le cuesta producir la ultima unidad producida, y que no perderá cuota de mercado, es decir, que una subida de precios no acarreará que las personas vayan a comprar otros productos a otras empresas. Podemos deducir que esto será así, bien porque tenga algún tipo de diferenciación de sus productos respecto a los productos de las demás empresas, o bien porque pueda producir con unos costes medios menores.

Si esto sucede, las consecuencias sociales serán negativas, puesto que los consumidores tendrán que asumir precios más altos para los productos que adquieren, y por tanto su grado de bienestar o satisfacción disminuirá. Se producirá un cierto nivel de trasferencia de rentas, es decir, lo que antes era para los consumidores, lo que ahorraban, ahora lo gastan y se lo llevan los productores de esos bienes.

El liderazgo en precios puede acarrear que aparezcan monopolios, y ese sería el peor escenario posible para la sociedad.

Un monopolio aparece cuando una empresa tiene cierto poder de liderazgo, ya sea por una innovación en la tecnología o bien porque tenga unas características específicas en la producción, como economías de escala crecientes. Las economías de escala crecientes se presentan cuando una empresa, al doblar sus factores productivos (trabajo y capital) consigue doblar la cantidad producida sin que se doblen también los costes.

Cuando aparece un monopolio, una sola empresa se encarga de abastecer toda la demanda de los consumidores sobre un bien, no existirá competencia, y por lo tanto esta empresa tiene la capacidad plena para subir o bajar los precios. Aun así, esa capacidad no es ilimitada, y dependerá de las condiciones de demanda que tenga el mercado que abastece.

La demanda puede ser de dos tipos: elástica e inelástica.

Si una demanda es elástica, quiere decir que los consumidores serán muy sensibles ante cambios en los precios. Si la empresa aumenta un poco el precio de los bienes que produce, la cantidad demandada de dichos bienes disminuirá mucho. Por ejemplo, si la empresa sube un 25% sus precios, la demanda de su producto disminuirá en un 50%. En este caso la sociedad no se vería tan perjudicada, porque serían muy sensibles ante cambios en los precios y tendrían muy en cuenta lo que haga el monopolista.

Si una demanda es inelástica, quiere decir que los consumidores no serán a penas sensibles ante cambios en los precios. Si la empresa aumenta un poco el precio de los bienes que produce, la cantidad demandada de dichos bienes a penas disminuirá, y si esa subida de precios es muy pequeña, lo más probable es que ni si quiera disminuya la cantidad que demandan y compran los consumidores. Ante este escenario, está claro que la sociedad se perjudicaría, porque asumirían unos precios más altos por el mismo producto, por lo que su nivel de bienestar disminuirá.

Aún así, lo más genérico ante los monopolios es que la sociedad salga perjudicada. Al no haber competencia en un mercado y al haber tan solo un solo productor de un bien, el cual se encarga de toda la demanda, no habrá mas empresas que compitan en el mercado, y por tanto dicho mercado ya no se comportará según las leyes clásicas de la oferta y la demanda.

Para que sea más claro, pasemos a comparar este escenario con la competencia perfecta. En el caso de la competencia perfecta hay muchas empresas en un mercado que compiten, y que saben que, si suben el precio de sus bienes, los consumidores irán a comprar dichos bienes a otras empresas que tengan unos precios mas bajos, lo que acarrearía que las empresas no podrían elevar mucho los precios si quieren mantener cuota de mercado. En esta situación, el nivel de precios y por tanto el bienestar social se regiría por la cantidad ofertada por las empresas y la cantidad demandada por los consumidores. Sin duda es el mejor escenario posible, aunque en términos económicos es poco creíble y en la práctica apenas aparece.

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