Si nos ponemos a investigar la mayor parte de la literatura del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) podremos ver cuántos artículos ciéntificos existen de todo tipo en cuanto a la cara oscura del trastorno pero, si nos adentramos en más profundidad, veremos que no todo es negativo, y que nos encontramos con personas TDAH muy creativas que tienen un irresistible sentido del humor, personas que, como contradicción a su déficit de atención, pueden entrar en un estado de flow y tener una hiperconcentración por lo que llegan a tener éxitos si se desarrollan sus potencialidades (que las tienen y muchas!).
Según R. Pérez Galán (2007) explica, que entrado el siglo XXI, ser un sujeto con TDAH o padecer un trastorno por déficit de atención no es lo que afirman ciertos manuales al uso, es atender a la otra cara del síndrome, que muchas veces nos cuesta trabajo abordar por nuestra incapacidad para destacar lo relevante de una persona frente a la gran retahíla de deficiencias que parece ser, desde nuestra estrecha y perturbadora mirada, lo más significativo de la peculiaridad de ciertas personas con una estructura personal y social, cuando menos, muy particular y singular. Ser un sujeto con TDAH es algo más que todo esto; es ser un sujeto activo y no pasivo ante el medio, condición básica e indispensable para aprender, algo que ellos poseen de manera sobresaliente, donde sabremos diferenciarlo y reconocerlo en función de ciertas características que conforman todo su desarrollo ontogénico, entre otras: poseer una actividad superior que le hace afrontar con mayor eficacia los problemas que se derivan de su estancia en el medio; acometer la solución de los problemas con un espíritu compulsivo y propio de aquellas personas cuyo componente creativo determina la estructura de las personas inteligentes.
Analista en Técnicas emocionales