Aprender a ver, aprender a mirar, aprender a fotografiar

El mundo actual está lleno de imágenes de carácter privado o público, desde las fotografías de nuestros documentos de identificación, la de un currículum, las orlas de un curso, las de un viejo álbum de familia, las de una celebración o un viaje, las compartidas en las redes … las que nos llegan por los medios comunicación y la publicidad. Los seres humanos hemos mirado, visto y producido millones de imágenes en nuestra historia, y cada uno de nosotros en nuestras vidas.

Las personas antes de utilizar el lenguaje, el razonamiento abstracto, y el pensamiento conceptual, utilizamos imágenes mentales que nos permiten visualizar objetos, que guían nuestras conductas y la visión del mundo.

La práctica de la fotografía es un proceso de aprendizaje creativo, que se debe adaptar a las características del “alumnado” –desde la infancia hasta la edad adulta-.

La magia de actuar-con-las-fotografías es que puede usarse en procesos terapéuticos, educativos, artísticos, relacionales, de autoconocimiento ... la experiencia creativa fotográfica implica una acción transformadora del ser humano en forma de un salir hacia fuera del si mismo. Transformadora en lo interno y en lo externo, en lo imaginativo y en lo creativo.

El objetivo de un Taller de Fotografía (TF) no es desarrollar un curso al uso con un enfoque académico clásico, al contrario, se trata de realizar una actividad de aprendizaje creativo para los participantes, de poner su imaginación al servicio de su creatividad.

El proceso de aprendizaje creativo de la fotografía como expresión artística tiene las siguientes características que tanto los promotores, los dinamizadores y los asistentes han de conocer.

  • Son procesos lentos e introspectivo
  • Necesitan acompañamiento y apoyos
  • Necesitan un ritmo de trabajo libre
  • No requieren juicios ni valoraciones
  • No permiten competitividad ni comparaciones

El resultado de dicho proceso es diferenciar entre MIRAR y VER, en palabras de Brian Dilg:

Los fotógrafos explotan lo que el espectador espera ver con imágenes que desafían sus expectativas.

La práctica de la fotografía, aún en el marco de una enseñanza no formal, ni reglada, conlleva aspectos instructivos y formativos básicos: la historia, el funcionamiento de la cámara, la luz y el color, la composición, el tipo de fotografía, etc; que se trataran en cada sesión, en función de los intereses de los participantes.

Por último, en el diseño de un TF se establece un sistema de “tecnología educativa” en el que se deberán definir el equipo y adaptar de un modo constante el programa.

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