Con la música todo, sin la música, nada

Desde pequeña comencé a tocar el piano.
A los 7 años ya estaba sumergida en este maravilloso mundo de la música. Recuerdo pasados algunos meses cuando mi experiencia en el instrumento era muy poca, sentarme a jugar con mis muñecas y ellas, eran mis alumnas. Les enseñaba lo que ese día me habían enseñado en clase, y me sentía feliz. Desde muy temprano supe que esa era mi vocación.
Pasados los años y después de 11 años de largo estudio, comencé a trabajar como profesora de piano, enseñando a niños, corría el año 1996, y retornaban a mí los recuerdos de la infancia; claro la responsabilidad era grande y diferente, ya no era profesora de mis muñecas, ya tenía alumnos esperando mis conocimientos y la responsabilidad de transmitir los sentimientos mediante teclas y notas. El reto era grande, mas el sueño se estaba cumpliendo.
Cada año me fui inundando más de ganas de enseñar y de transmitir lo que había aprendido, de igual forma que años atrás habían hecho conmigo. El placer de ver cómo los alumnos de no conocer en absoluto el instrumento, llegaban a incorporar el piano en sus vidas como algo necesario, me hacía inmensamente feliz!
Luego llegó un nuevo reto en mi vida, tocar en una orquesta. Decidí aparcar la enseñanza y comenzar una nueva aventura. Aventura que me sirvió para conocer otro mundo musical. Mi formación era totalmente clásica, mi vida había girado entre Bach, Haendel, Haydn, Czerny, Bertini, Mozart, Chopin, Debussy, Tchaikowsky, Liszt, Granados, Lecuona, entre otros clásicos... Y ahora estaba empapándome de una nueva forma de leer música, ( cifrado americano) y nuevos clásicos contemporáneos, disfruté géneros que siempre había escuchado, pero que jamás me había atrevido a tocar, me tocó el corazón el jazz, el blues, la buena música de John Coltrane, de Miles David, de Pérez Prado, Petrucciani, Chucho Valdés, entre muchos.... Era otro mundo, el abanico de conocimientos se abrió y mi experiencia en el piano se enriqueció. Estuve 7 años, viviendo en este mundo lleno de color, sentimientos y nuevas formas de hacer música.
Pero mi necesidad de enseñar retornó, mi añoranza por enseñar fue creciendo y en el 2008, decidí volver a mi vocación, enseñar. Ahora más madura, con muchas más experiencias en el instrumento y sobretodo con más recursos para mis clases, ya no era solo profesora de música clásica, ahora podía transmitir mis conocimientos a aquellos que viven la música desde el lado moderno, menos de papel y más de crear.
Y así sigo, transmitiendo sentimientos a través de la música y el piano en cualquiera de sus ramas, clásica o moderna, porque la buena música es siempre bienvenida.
Enseñar , me enseña. Los alumnos y yo salimos reforzados, ellos por mis conocimientos y yo porque la música es inmensa y siempre hay una canción desconocida que puedo escuchar por sugerencia de alguno de ellos.
Enseñar a tocar el piano es mi pasión. Y definitivamente uno de los amores de mi vida.
Dayami

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