DESEO DEAMBULAR, PERO SI DEAMBULO PUEDO CAER Y MORIRME; PERO, SIN LA DEAMBULACIÓN DE MI DESEO, QUÉ HAY DE VIDA!
Cuando es posible construir metáforas y generar melodías, entonces, es posible darle la vuelta a cualquier disonancia o contratiempo. Todo depende de la estructura de una red de especularidades en positivo o en negativo, y no se trata de psicología positiva sino de una mirada al deseo de la persona, es decir, la construcción vivida de la metáfora del deseo para situaciones cotidianas que serían insignificantes para muchos y no para los que deben rehacerse en la normalidad de la vida.
En el Acompañamiento Terapéutico (AT) se descubre como eje central la participación afectiva y conductual en los afectos y conductas del otro para guiar a la persona hacia su autonomía. A modo de ejemplo podríamos pensar en el rol de acompañamiento que realiza Sancho Panza en sus andaduras con el (a ratos) antisocial Don Quijote, a quien no le preocupa la muerte física sino que entra en una constante de realización de su propio ser. Su miedo real a la muerte es la parálisis de su imaginación, el anonimato. Sancho Panza viabiliza la deambulación de Don Quijote, a veces con el riesgo que esto supone, pero que forma parte, a la vez, de la andadura.
El AT deja de transmitir, a quien no lo necesita, esa imagen estereotipada infantilizada o demencia de sí mismo. Es un agente de la salud en un intento de restituir la posibilidad de diálogo con la sinrazón, al mismo tiempo que suministra recursos a la familia para afrontar contextos que desborden su capacidad de respuesta, por lo que permite atenuar la carga familiar en el cuidado del paciente.
Por otro lado, es función del AT, dado que las personas tienen derecho a ser tratadas sin ser desarraigadas de su ámbito y su comunidad, evitar la marginación y estigmatización del paciente, abandonando la internación psiquiatrica o que la misma sea más acotada (pacientes graves, crónicos, impulsivos)
Mamen Hernández
Analista en Técnicas Emocionales