Una clase con estilo... cachondeo y buen rollo

Muchas personas me han preguntado a lo largo de la vida que he llevado como profesor de progrmación una curiosa pregunta: ¿Siempre has sido programador o fue una señal divina que acudió a ti en algún momento sin esperarla?

La verdad es que nunca he sabido cómo responder a esa pregunta. Me ha sido mucho más simple responder a cuál era la definición técnica de una clase (dentro de la programación orientada a objetos). La respuesta que recibían siempre era: "¿Sinceramente? La experiencia me ha llevado a estar donde estoy y a aprender y retarme más que nunca por algo que no entendí hasta madurar mi mente y transformarla en un amasijo de unos y ceros. Ella, del mismo modo, me ha enseñado que una clase es como lo que ves... un conjunto de sillas, mesas y alumnos con un profesor dándoles una chapa increíble para su aprendizaje. El comportamiento de la clase siempre era el mismo, risas y cachondeo. Por ello, podría decir que el comportamiento de la clase era la misma, la diversión entre risas."

Lo peor es que se quedaban ensimismados por lo que les decía. ¿Cómo era posible que una clase real pudiera parecerse tanto a una estructura organizada y ordenada con la que debías crear su referencia para hacerla funcionar? Volvía a ser simple la respuesta: Porque la realidad, al igual que la programación, comparten un mismo sino; el hecho de que la una es física, la puedes palmar con los dedos de una mano. La otra, al contrario, no era más que una representación de lo conocido.

Es decir, la única diferencia que existe entre ambas, es que, tanto la una como la otra, aunque compartan algo entre ellas; una sabemos que existe por el ojo humano. ¿Entonces, la otra? Según cómo se mirase, podría darse.

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