¿Cómo podemos juzgar la belleza de un retrato?

Un buen retratista es un buscador de belleza… ese concepto tan etéreo y subjetivo y a su vez tan arquetípico y universal. Esa belleza, o la ausencia de ella, reside en la mirada del observador y existen tantas miradas como conciencias y rostros en el mundo. Pero, ¿qué cualidades generan consenso a la hora de juzgar la belleza de un retrato?

La naturaleza nos muestra que la belleza reside en la unidad formal de unos patrones que generan armonía dentro de la diversidad. Todos los rostros humanos siguen unas proporciones anatómicas universales con muchas variaciones que expresan la individualidad de cada persona. A la vez, un mismo rostro contiene un inmenso registro de emociones y, en función de la luz bajo la que sea observado, transmitirá un estado concreto de la psique que lo anima.

El autor de un buen retrato se deja conmover por la forma del rostro del modelo y selecciona o enfatiza formalmente los rasgos que le ayudarán a guiar la mirada del espectador hacia la emoción que desea transmitir. Es en esa unidad de recursos expresivos donde reside la belleza del retrato, donde cada parte está en relación a las demás y al conjunto.

Variedad al servicio de la unidad, eso es belleza.

Las herramientas expresivas del artista son la forma, entendida como la expresión de la tridimensionalidad en una superficie plana, el tono, las gradaciones de luz desde la máxima oscuridad hasta la claridad más brillante, y el color, la vibración de cada frecuencia del espectro lumínico que transmiten los siete colores del arco iris.

La mirada, el espejo del alma, es uno de los rasgos más importantes para captar la personalidad del modelo. El ojo derecho y el izquierdo nunca son exactamente iguales. Esta ley natural se cumple en la totalidad del cuerpo y nos habla de nuestras dualidades internas, de nuestra peculiar combinación entre energía yin y energía yang. Una mitad del rostro ríe mientras la otra mitad llora. Cada rostro es un mapa del pasado de la conciencia que lo anima. Un retrato bello es aquel capaz de transmitir la complejidad del ser y expresar formalmente estas sutilezas del rostro. La historia del arte está llena de rostros que han trascendido el paso del tiempo y cuyos retratos siguen vigentes más allá de las modas o tendencias de cada época… Esas obras aún nos impactan y perviven en nosotros porque nos hablan de arquetipos universales.

Mónica Planas Esteve
Artista, profesora de plástica y arteterapeuta. Atelier de Somnis

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