Todos hemos sido estudiantes alguna vez. Novatos en alguna materia. En mi experiencia, una de las mayores trabas y complejos a la hora de aprender ha sido el miedo.
Es muy frecuente que un profesor enseñe desde una postura de demostración de superioridad y, por consecuencia, intimidación.
Hay alumnos que pueden sentirse intimidados fácilmente (otros no, por supuesto). Esto tiende a producir tensión, estrés, y generalmente bajar el rendimiento. Es frecuente que el alumno tenga miedo a equivocarse. Ese miedo es el que genera el estrés, es decir, mayor preocupación por la cuestión de fallar o no, que concentración en lo que está haciendo. El estrés en el alumno realmente puede llegar a arruinar sus notas. Y la solución a ello no es insistir en que tiene que estudiar más, sino en generar confianza para que esté relajado pero enfocado.
Vale más media hora de estudio bien enfocado y organizado que dos horas estudiando sin parar, lleno de estrés, saturado.
Debido a esto considero fundamental que el profesor procure favorecer la confianza del alumno (también existen casos a la inversa, pero no trataré de ellos en este post). Si el alumno se siente en confianza con el profesor tendra errores, pero se deberán al proceso de aprendizaje y no a que se haya confundido por no poder estar centrado.
La confianza se desarrolla constantemente. Prestando verdadera atención al alumno, escuchando, entendiendo y dando refuerzos positivos durante el desarrollo de la clase.
En resumen, es importante conocer las verdaderas necesidades del alumno con la materia y favorecer la confianza mutua a la par de no generar nervios.
