La importancia de la constancia y el esfuerzo

Pues allá vamos,

Mi primer post como profe particular, como tutora, como... ¡como ser humano!

Mentira, que ya había escrito antes. ¡Y en un blog personal! "Gastrofitness" se llamaba y, oye, estaba muy chulo. Lo único que lo dejé. Qué ¿por qué? Desmotivación, supongo. Como todo lo que se empieza y nos dejamos a mitad en esta vida.

Empezamos las cosas con mucha ilusión, con muchas ganas, con un plan de futuro, con muchos pajaritos en el aire y nubes de colores que flotan a nuestro alrededor y, de la noche a la mañana, ¡Pataplof!, la maravillosa burbuja brillante nos ha explotado en la cara.

La razón principal: la falta de motivación. La falta de un plan a seguir, la falta de alguien que nos guíe, nos motive y nos oriente hacia delante, por ese camino que con tanta ilusión habíamos imaginado, ese alguien que nos dé un empujoncito en la espalda cuando nos entra la duda de si seguir y se apodera de nosotros la pereza máxima. La desgana. El "bueno da igual".

Pues ahí, justo ahí, es cuándo y dónde nos hace falta un buen docente, un buen enseñador, un buen maestro, esa guía que nos motiva y nos devuelve a nuestra esencia, nos recuerda quiénes somos y por qué estamos ahí, haciendo lo que hacemos. Lo que nos había hecho ilusión comenzar, sacar tiempo de nuestro día y emprender un camino nuevo. Ya sea de una materia escolar, una actividad extraescolar, un hobby, un instrumento, un curso online o el trabajo de nuestras vidas.

Esa persona que, con su ilusión y su confianza, es un claro espejo de las tuyas, las que llevas dentro y que sabe transmitírtelas para que vuelvas a creer en ti y en tu propósito.

"La práctica hace al maestro", se suele decir y, si encima encuentras a uno bueno, que congenie contigo y saque lo mejor de ti, "¡Apaga y vámonos!" (Qué también se dice mucho).

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