Introducción a la filosofía de Descartes

René Descartes (1596-1650) es considerado el padre de la filosofía moderna. Se caracterizó por no aceptar los cimientos metafísicos para el edificio de las ciencias puestos por sus predecesores. Su intento de llevar a cabo una reforma cultural se refleja en sus dos obras principales, el Discurso del método (1637) y las Meditaciones (1642), en las que trata de explicar el método sistemático de la “duda cartesiana”, que es como ha llegado a ser llamado en nuestros días.

Encuentra tu profesor ideal

1. La duda cartesiana

Descartes se da cuenta de que todo lo que había aceptado como verdadero hasta ese momento lo había conocido por medio de los sentidos, pero estos pueden engañarnos. Por ejemplo, los ojos me hacen ver un sol que solo mide dos pies de tamaño, o me hacen creer que veo a lo lejos a una persona cuando se trata en realidad de un árbol. Por consiguiente, “es prudente no fiarse nunca o por entero de quienes nos han engañado alguna vez”. Sin embargo, si alguien nos dijese que aunque los sentidos pueden engañarnos hay cantidad de cosas de las que no podemos dudar, como por ejemplo, “que estoy aquí, sentado junto al fuego, con una bata puesta y un papel en mis manos, o cosas por el estilo”, a esta persona le señalaríamos dos objeciones: la locura y el sueño. Los locos ven cosas que no existen y los que duermen toman como realidad las imágenes soñadas.

2. Las matemáticas y el genio maligno

¿Y qué sucede con respecto a las matemáticas, la geometría y la aritmética? Aunque nos encontremos en un sueño, ¿no será verdad que dos más dos son cuatro y que la suma de los ángulos de un triángulo valen dos rectos? Incluso el saber matemático será puesto en duda por Descartes, debido a la famosa intervención hipotética de un genio maligno que podría engañarnos haciéndonos creer que dos más dos son cuatro o que cuatro son la suma de los ángulos de un cuadrado. Este Dios o genio maligno podría usar toda su industria para burlarme, por ello hasta las matemáticas deben ser puestas en suspenso por ahora. ¿Cómo encontrar alguna certeza?

3. Algo de lo que no puedo dudar

"Cogito, ergo sum". He aquí la primera certeza del pensamiento que puede dudar de todo excepto de sí mismo, el hecho de que él es. Este será el lema de pancarta con el que se inaugurará la modernidad. Sé que existo y que pienso, pero ¿qué es lo que soy? Siguiendo la hipótesis hiperbólica del genio maligno, puedo dudar de mi naturaleza corpórea y hasta de las actividades de mi alma, como el acto de sentir o calcular, pero la actividad del pensamiento no puede separarse de mí. La esencia de ese primer principio es, pues, la de ser una cosa que piensa (una res cogitans). Todo lo demás, las cosas que no soy yo, se reducirá al ser del pensamiento, es decir, que no son simplemente el ser como en la filosofía clásica (griega y escolástica), sino el ser-pensado.

La importancia de la filosofía más allá de las aulas
En estos útlimos días, en España hemos tenido notícia de que la asignatura de ética será retirada del curriculum de quarto curso d...

4. Casi escéptico

Pese a todo, hasta esta afirmación será puesta en duda cuando Descartes supone al genio maligno, quien puede socavar cualquier certeza y conducirnos al escepticismo radical: la afirmación de que no hay ninguna verdad. Este es el momento en el que Descartes abandona su duda destructiva y la verdadera reflexión filosófica, y vuelve a la escolástica para introducir a Dios y encontrar un fundamento constructivo para toda ciencia.

5. La demostración de la existencia de Dios

Para ello partirá de la idea de Dios que él descubre en su espíritu, permaneciendo una vez más en el seno de la metafísica del cogito, idea según la cual concibe un “Dios supremo, eterno, infinito, inmutable, omnisciente y creador universal de todas las cosas que están fuera de él”. Dios es representado como una realidad infinita. La prueba del filósofo francés será una reformulación de la demostración para la existencia de Dios de Anselmo de Canterbury, que consistirá en mostrar que un ser finito e imperfecto como él no puede ser el autor de la idea de infinito, sino que si yo tengo esta idea tiene que ser porque Dios mismo la ha puesto en mí, así como el artesano deja su marca en su obra arte.

6. Recuperando las certezas perdidas

Si este Dios perfecto existe no puede ser engañador, porque engañar es un defecto. Por lo tanto, extirpado del pensamiento el genio maligno, Dios reafirma la autoridad verdadera de las matemáticas y la del cogito, al mismo tiempo que vemos emerger dos tipos de metafísica: una es la del cogito, que nace en la etapa deconstructiva mediante la duda metódica; y la otra es la de Dios, que se supone en la etapa reconstructiva a la manera escolástica, como principio causa sui y de todas las cosas pensadas. Se atisban dos principios recíprocos e indisociables: el de Dios en primer lugar, por su preeminencia, y el del yo, por su descubrimiento indudable. ¿Quién es, entonces, el fundamento, Dios o el ego? El ser o la existencia, los principios de la metafísica de Descartes, se mueven entre estos dos conceptos, que más que contradictorios se complementan como una sola verdad circular.

Utiliza nuestro Buscador Inteligente
© 2007 - 2024 Tus clases particulares Mapa web: Profesores particulares| Academias y centros