Hola a tod@s, gracias a vuestra invitación sobre este tema he podido reflexionar un poco más sobre mi y mis clases, así que aquí os lo dejo:
Mi amor por las clases surgió sin darme cuenta, empezando por dar clases de conducir o de malabares pero de forma altruista, como favor, sin darme cuenta de que era algo que me gustaba hasta que, hace unos cinco años, empecé a ayudar a compañeros y compañeras de clase en contabilidad y matemáticas financieras, descubriendo que no solo me gustaba dar clase sino también la contabilidad, de esta forma se giró mi vida, pues no pretendía e incluso no me veía capaz de estudiar una carrera, algo que estoy haciendo en la actualidad, con estupendos resultados y junto al objetivo de convertirme en profesor de FP y/o universidad en el futuro.
Trabajar en esto no solo me proporciona una retribución, me distrae, me entretiene e incluso me hace aguantar un día de muchas horas, hasta el punto que en épocas de exámenes propios, donde paso 3 semanas sin dar clase, lo echo de menos y siento que me falta algo.
En la actualidad, por experiencia propia y de mis alumnos, existen muchos profesores y profesoras en centros públicos y privados que demuestran que su puesto está ocupado simplemente por recibir un sueldo y la seguridad del funcionariado, pero eso se transmite a los alumnos, no solo en la competencia o falta de ésta a la hora de enseñar, sino con la actitud que transmiten, en mi opinión, dar clase debería elegirse por vocación, pues suele desembocar en alumnos competentes, profesionales y contentos por estar en clase. Además, no hay nada mejor que recibir mensajes de tus alumnos a las tantas de la noche, cuando comprueban sus notas recién publicadas, agradeciéndote tu trabajo incluso con regalos.
