De la enseñanza presencial a la enseñanza online

De todos es sabido que estos dos últimos años atrás han dado un revés a todos los aspectos socio-laborales tal y como los conocíamos antes. Para empezar, las relaciones sociales se vieron interrumpidas abruptamente debido a una pandemia global, lo que provocó que todos nos sumergiéramos en unas microburbujas a expensas de que amainara todo.

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Y, dada que nuestra labor es la enseñanza, hablemos un poco ahora sobre las consecuencias que ha podido tener sobre este sector dicha situación.

En primer lugar, para qué engañarnos, la mayoría miraba con ojos reticentes y cierta duda el hecho de que pudieran instruir y ayudar a sus hijos con las materias escolares vía online. Esta situación se presentaba así hasta que, por culpa o gracias a una pandemia global, nos vimos forzados a emplear otros medios anteriormente nos implementados.

Se nos abría ante nosotros un mundo nuevo que nos provocaba una dosis de pánico a los desconocido, mayoritariamente visto en centros escolares tradicionales que apenas habían gozado de estos servicios.

Los primeros pasos para dar clases particulares online
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En segundo lugar aparece el aspecto emocional que implica impartir clases online. Está claro que de alguna forma habría que suplir el factor presencial y el sentido de grupo que existe y se percibe dentro de un aula, es decir, el hecho de compartir el mismo espacio físico y en compañía. Sin duda el mayor impacto de una lección. Y es aquí donde entra en juego la visión ya desfasada que se tenían de las clases online que puede ser resumida en los siguientes puntos:

  • Fácil
  • Desde casa (sin desplazamiento)
  • Sin preparación

Estos puntos son sólo algunos de la visión que se tenía de las clases online antes de que nos viéramos forzados a implementarlas debido a la situación sanitaria mundial. Sin embargo, ya con el uso contrastado de ellas tras casi dos años, podríamos afirmar, sin ningún tipo de miedo, que nada de esto es así.

Por un lado, uno de los factores más importantes que influyen en las clases es el factor emocional y sentido de cercanía. Y suplir todo esto durante una clase online puede llegar a requerir por parte del docente una mayor cantidad de esfuerzo. El profesor online tiene que hacer todo lo posible para romper las barreras existentes entre dos cámaras web y desarrollar la lección con una alta dosis de ímpetu y entusiasmo para que el alumno consiga recibir una sensación de cercanía y afectividad.

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Por otro lado, en cuanto al temario y los apuntes, habría que señalar el esfuerzo en la preparación de material por parte del profesor. Antes de empezar la clase todo el material debe estar perfectamente estructurado y empaquetado para que lo que llegue al alumno sea el producto final; ya que en una clase online no hay lugar al fallo técnico, cualquier fallo podría echar por tierra la clase al requerir de mayor tiempo y conocimiento subsanar dichos envites.

La conclusión es la siguiente: valoremos el esfuerzo que hace el profesor para que el alumno reciba una clase online de calidad.

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