ENSEÑAR A NIÑ@S, ¡CLARO QUE PUEDO HACERLO!

Hace poco más de un año y medio, me contactó la madre de un nene de 7 años para que le diera clases de repaso de inglés, pues en el cole iba un poco perdido. Yo lo acepté encantada, aunque mi única experiencia había sido con las nenas de unos amigos, que eran más mayores y las conocía bien.

Había aceptado pero, ¿de verdad iba a poder con el reto? Esa pregunta me retumbaba en la cabeza durante las horas anteriores a la clase. ¿Y si no encajo? ¿Y si el niño es muy rebelde y no puedo con él? ¿Y si...?

Todos mis conocidos me han dicho siempre que me llevo muy bien con los niños, que "sé tratarlos" a pesar de no ser madre, pero esto eran palabras mayores. En el mejor de los casos, haríamos click instantáneamente, me haría caso, haría sus deberes, mejoraría en clase y hasta nos haríamos amigos. Esa era mi esperanza, pero temía que la realidad fuera otra muy distinta, porque siempre lo es.

Al llegar a la casa, para empezar me equivoqué de nombre, se me trabó la lengua en varias ocasiones y parecía más pequeña que el niño, pero según fue avanzando la clase, las cosas cambiaron. Efectivamente, el niño era bastante rebelde, pero pude contenerlo sin alterarme (la calma es el mejor remedio). Quería despistarse de la clase, pero supe reconducirlo (sin aspavientos ni enfados, dejando claro cual es la prioridad). Quería dejar de leer, pero supe mantener su atención (si no tienes miedo a hacer el ridículo, los niños disfrutan si pones caras o haces voces raras).

El niño ha cambiado muchísimo en este año y medio, saca muy buenas notas y lee libros voluntariamente (cosa que antes no hacía ni obligado). Su madre está encantada con el cambio y yo, enamorada del pequeñajo. El sueño del "mejor de los casos", se hizo realidad.

Con esto no quiero decir que sea una superdotada, ni una heroína, sólo que confié en mi primer instinto de "¡claro que puedo hacerlo!" (aunque me entraran dudas en algún momento) y, sobre todo, escuché al pequeño, le leí entre líneas y dejé que sus actos y su comportamiento me dijeran lo que necesitaba. En este caso, que alguien con algo de mano dura pero con cariño, le mostrara lo divertido que puede llegar a ser leer libros.

Más niños han venido y vendrán, más pequeños y más mayores, pero ahora no hay dudas. ¡Claro que puedo hacerlo!

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