Mi experiencia personal impartiendo clases on-line

La cuarentena del COVID-19 trajo consigo muchos cambios en nuestra forma de vida. Entre ellos, el depender más de los aparatos electrónicos para poder seguir yendo a clase, trabajar desde casa, encontrar formas de entretenimiento...

A raiz de esto, tanto las empresas como los particulares han tenido que adaptarse para seguir hacia alante. Ya lo decía Charles Darwin: "Adaptarse o morir". Dentro de la gravedad de la situación, hemos descubierto que muchos aspectos presenciales de la vida cotidiana se pueden sustituir fácilmente por eventos telemáticos.

Asi pues, la popularidad de las clases on-line ha aumentado exponencialmente, incluso después de que el confinamiento terminara. Os hablo desde ambos lados del espectro. Durante este encierro, he sido profesor y alumno de clases online. Con lo que he podido apreciar los aspectos buenos y malos de esta modalidad de docencia.

La edad media de mis alumnos (a los que imparto inglés) oscila entre los 12 y los 18 años. Las necesidades varían completamente de uno a otro. Los hay que llevan fatal la asignatura y necesitan llegar al 5, mientras que otros disfrutan enormemente con el idioma y quieren reforzar su 9. En el fondo, todos estos alumnos tienen que superar la asignatura. Pero hay muchas maneras de hacerlo.

Y sobre todo, hay muchas maneras de impartir el idioma. En cuanto a mi experiencia con esta modalidad on-line, he podido observar que hay un par de inconvencientes potencialmente peligrosos. El primero es la facilidad para distraerse del alumno. Al fin y al cabo, el alumno dispone de un ordenador para distraerse enormemente, incluso mientras discurre la clase.

El segundo es la falta de toque personal que se da en una clase normal. Para el profesor es mucho más sencillo interpretar las señales del alumno si lo tiene delante, en persona. Ni se la de veces que un alumno me ha dicho que entendía algo para descubrir más tarde que no era así... Estos matices se aprecian mucho mejor en persona, y al fin y al cabo, ahorran tiempo si se corrigen en el momento.

La manera que tengo de hacer que el alumno de distraiga lo menos posible es simple: hacer la clase visual, entretenida e interactiva. De esta manera, el alumno disfrutará realmente con ella y no necesitará mirar su móvil cada dos por tres.

Pero no todo es malo, existen muchos beneficios de las clases online entre los cuales me gustaría destacar dos. El primero es la facilidad del profesor para utilizar contenido multimedia. Plataformas como Skype o Zoom (las cuales suelo utilizar para mis clases) permiten una funcionalidad llamada "compartir pantalla", a través de la cual el profesor (o el alumno) pueden mostrar al otro lo que ocurre en su ordenador. Gracias a esto, me resulta tremendamente fácil mostrar a mis alumnos juegos, videos en inglés, pruebas... Resulta mucho más sencillo que los métodos tradicionales.

El segundo beneficio es quizá el más obvio. La flexibilidad de horarios y clases. Lo importante es que el alumno entienda el idioma, en eso todos estamos de acuerdo, pero hay que ser realistas. Los horarios de los padres o del alumno pueden cambiar, haciendo imposible que se de una clase si el profesor tiene que desplazarse al hogar. Pero con las clases telemáticas, esto se facilita enormemente. Muchas veces alumnos míos han tenido que cambiar una clase sin mucha antelación, y gracias a que yo estaba en casa, la he podido cambiar sin problema alguno y sin perder tiempo en desplazarme al hogar.

Los tiempos están cambiando y parece que estas nuevas modalidades de docencia están para quedarse. Como todo, tiene cosas buenas y malas, pero como alguien que ha experimentado la enseñanza online desde las dos posiciones, puedo afirmar que tiene más pros que contras.

Temas
Recibe nuevos alumnos
© 2007 - 2024 Tus clases particulares Mapa web: Profesores particulares| Academias y centros